¿Se ha dado cuenta alguna vez de que la mayoría de nosotros tenemos la costumbre de aferrarnos con más fuerza a quien sabemos que deberíamos dejar marchar?
¿A la persona que, en el fondo, sabes que no está hecha para ti?
¿Que sufrimos más cuando perdemos a quien nunca fue realmente nuestro?
Y usted no es una excepción. Aunque esa persona de la que hablamos se haya ido físicamente de tu vida hace tiempo, sigue estando muy presente en tu mente.
Ese hombre al que echas tanto de menos sigue siendo el único en el que puedes pensar, aunque te esfuerces por no hacerlo.
Has hecho todo lo que estaba en tu mano para olvidarle; has cortado todos los lazos con él, te has deshecho de todo lo que pudiera recordártelo y has cortado con todas las personas que os relacionan.
Seguiste la regla de no contacto, bloqueaste su número y le dejaste de seguir en todas sus cuentas de redes sociales.
Todos a tu alrededor asumen que este hombre no es más que una parte de tu pasado lejano.
Incluso las personas más cercanas a ti están convencidas de que lo has superado y de que has seguido adelante con tu vida por completo, como si él nunca hubiera formado parte de ella.
Pero la verdad es otra. La verdad es que has aprendió a vivir sin él hasta cierto punto, pero que todavía está consumido por el pensamiento de este hombre.
Que siga siendo lo primero que se te pasa por la cabeza nada más despertarte y que su imagen sea lo último que ves cuando estás a punto de cerrar los ojos y dormirte.
La verdad es que todavía sientes mariposas cada vez que ves a alguien que se parece a él o escuchas una voz parecida a la suya.
Y sobre todo, la verdad es que aún tienes la esperanza de que algún día vuelva a ti, admitiendo que cometió un error al abandonarte.
Que sigues esperando su llamada y que esperas que sea él cada vez que oyes el sonido de recibir un mensaje de texto.
Pero eso es algo que te niegas a admitir ante nadie, ni siquiera ante ti mismo. Porque a pesar de todos los sentimientos que aún sientes por este hombre, en el fondo sabes que no estáis hechos el uno para el otro.
No eres feliz sin él, pero también eres consciente de que tampoco serías feliz con él.
Así que básicamente, no te estás aferrando a este hombre-te aferras a su recuerdo y al potencial de vuestra relación.
Te aferras a los bellos momentos que compartisteis y a lo que podría haber sido de vosotros dos, si él hubiera elegido ser diferente.
Odio ser quien te lo diga... pero estás haciendo todo esto porque subconscientemente quieres que las cosas sean así.
Quieres aferrarte a él, aunque sabes que tarde o temprano tendrás que dejarlo ir.
¿Y sabes por qué? Porque tu recuerdo es lo único que mantiene viva esta relación.
Porque si lo dejas ir, si realmente dejas de pensar en él y si haces todo lo posible por borrar a este hombre tanto de tu mente como de tu corazón, significa que aceptas que se acabó.
Significa que aceptas que este tipo es sólo una parte de tu pasado. Y sobre todo, significa que aceptas que no va a volver.
Aunque creas que estás preparado para hacerlo, está claro que no lo estás.
Es más que evidente que no quieres seguir adelante con tu vida y que te sientes más cómodo con tus pensamientos dolorosos porque, con el tiempo, se te han hecho familiares.
Con el tiempo, has permitido que el dolor para definirte y se ha convertido en parte de ti.
Y aunque te duela mucho, se ha convertido en tu zona de confort que te da demasiado miedo abandonar.
Pero déjame decirte una cosa: no puedes pasarte el resto de tu vida viviendo así.
Tarde o temprano, tendrás que entender que aferrarse a algo que sabes que no estaba destinado a ser tuyo no tiene sentido.
Y cuando esto ocurra, te darás la vuelta y verás que desperdiciaste años preciosos de tu vida en un hombre que no es ni será nunca tuyo.
Que te has enjaulado con recuerdos y que eres tú la que se ha quedado estancada en un sitio.
Así que, por favor, mira la verdad a los ojos y acepta el final.
Dejar de buscar el cierre En lugar de buscar una explicación, deja de darle vueltas a todos los posibles escenarios y motivos por los que tu relación terminó de la forma en que lo hizo. Acepta que no estabais hechos el uno para el otro y déjalo ir.
Porque sólo cuando lo hagas despejarás el camino para el hombre que realmente está destinado a ser tuyo.
Sólo cuando realmente dejes ir a este tipo de tu corazón y pensamientos serás capaz de seguir adelante de verdad. Sólo cuando lo hagas, te sentirás liberada.