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Recordó quién era y el juego cambió

Se acordó de quién era y el juego cambió

Ella era fuerte, feroz, independiente. Nunca pensó que perderse a sí misma por un tipo fuera una opción. Entonces lo conoció.

Cada día que pasaban juntos, él le gustaba más. Con cada gesto bonito que él hacía por ella, se enamoraba más y más de él. Era perfecto... hasta que dejó de serlo.

En algún momento empezó a dar demasiado de sí misma a la relación que mantenía con él. Él nunca se lo pidió, pero el amor la había cegado ante sus propias necesidades.

Había empezado a quererle más que a sí misma.

Empezó a poner sus deseos por encima de sus necesidades. Cedió a la debilidad de amar demasiado a alguien. Y ese alguien no era ella.

El miedo a perderlo ahuyentó todo el amor que sentía por sí misma.. Dejó de hacer cosas que le gustaban y disfrutaba para estar siempre disponible para él y sus planes.

Dejó de preocuparse también por sus necesidades. Adoptó sus propias actitudes sobre sí misma. Ya no tomaba sus deseos y necesidades como algo relevante.

Empezó a pensar que era egoísta y que no la apreciaba. Pero entonces se dio cuenta: Nadie puede amarte si no te amas a ti misma.

Nadie puede satisfacer tus necesidades si tú no puedes hacerlo por ti mismo.

Recordó quién era y el juego cambió.

Volvió a ser ella misma, volvió a hacer cosas que hacía antes...se volvió dependiente de él para hacerla feliz.

Encontró tiempo para sus amigos y aficiones, y empezó a disfrutar de ser quien era para variar.

Ya no intentaba ser la chica con la que creía que él quería estar. Volvió a ser ella misma. Y eso marcó la diferencia.

Recordó que fue de ELLA de quien se enamoró en primer lugar. Fue ELLA quien hizo que se sintiera locamente atraído por ella y que hiciera todo tipo de maravillosas cosas románticas que hizo al principio de su relación.

Recuperar su autoestima no fue fácil, pero ver cómo le afectaba a él y a su relación la hizo más fuerte que nunca.

Él la miraba como si lo fuera todo en este mundo cuando la conoció, pero ella empezó a tratarse como si no fuera nada, y pronto él también.

Estaba muy cansada de no sentirse nada. Necesitaba que él volviera a ser como era, pero para que eso ocurriera, ella tenía que recordar quién era.

Una vez que ella volvió a su ser original, una vez que empezó a preocuparse por su propio bienestar, él también lo hizo. Dejó de ser una chica necesitada que lo asfixiaba.

Volver a ser como era antes de conocerle hizo que se enamorara de ella de nuevo.

No podía culparle. Si para ella era tan dolorosamente fácil olvidarse de sí misma, para él debía de serlo mucho más.

Él nunca quiso hacerle daño ni ella quería hacérselo a sí misma, pero eso es exactamente lo que su amor por él le hizo.

Él se convirtió en lo más importante de su vida y ella dejó de creer que su vida era importante.

Él era lo único que le importaba y su obsesión era exactamente lo que le había alejado de él en primer lugar.

No hubo ningún momento concreto que le hiciera darse cuenta de que esa persona que parece ser con él no es su verdadero yo. Duró demasiado, pero por suerte un día tuvo suficiente.

Estaba encantado de que se encontrara a sí misma de nuevo. Él también estaba encantado de haberla encontrado.

¿Y adivina qué? Nunca volvió a ser como al principio. Fue mucho, mucho mejor. Sabía que nunca se dejaría ir por ningún hombre u otra razón.

Sí, lo amaba profundamente, pero se prometió a sí misma no dejar que el amor que sentía por él arruinara el amor que sentía por sí misma.

Vivir su propia vida, alejada de él, la hacía mucho más interesante.

Vio cómo ella disfrutaba persiguiendo su propia felicidad y eso le hizo sentirse orgulloso de estar con una mujer así. Eso es lo que siempre quiso: estar con alguien de quien sentirse orgulloso.

Recordó quién era y el juego cambió.