¿Pones las necesidades de los demás por delante de las tuyas? ¿Eres siempre el que da más, se esfuerza más y hace más en una relación?
¿Es usted demasiado empático? ¿Tienes tendencia a sacrificar tus propias necesidades, planes y sueños para satisfacer los de los demás?
Si la respuesta a la mayoría de estas preguntas es "Sí", lo más probable es que usted sea un cuidador emocional. Está tan acostumbrado a cuidar de los demás que se olvida de que necesita cuidados para sí mismo.
Tienes buenas intenciones, pero te estás haciendo mucho daño. Pones a los demás antes que a ti. Te desvías de tu camino para hacer cosas por los demás y te sale de forma natural.
Lo haces sin pensarlo dos veces. Sólo más tarde te das cuenta de que eres tú quien hace todo el trabajo pesado y te resientes cuando te das cuenta de que tanto dar te ha dejado vacío.
Lo más peligroso de ser un cuidador emocional es que puedes convertirte fácilmente en víctima de narcisistas, manipuladores emocionalesy otros gente tóxica porque tienes mucho que dar y ellos están acostumbrados a recibir.
Aquí tienes 6 señales que deberías buscar en ti mismo para comprobar si realmente eres un cuidador emocional:
Estás renunciando a mucho para estar en esa relación
Estás renunciando a lo que más te importa sin darte cuenta. Hay una brecha enorme entre tú y tus amigos o incluso tu familia.
Te alejas de tus intereses y objetivos e ignoras tus actividades habituales.
Básicamente te has perdido en él y no reconoces a la persona que te devuelve la mirada en el espejo.
Redirigiste tu atención y tu energía únicamente hacia él. Quizá él lo quería así o quizá es tu impulso natural de cuidar de la persona que amas y te excedes.
Vas en contra de tu buen juicio
Sabes que esa persona no te trata bien. Lo único que hace es tomar, tomar y tomar, sin pararse nunca a valorar tus esfuerzos, y mucho menos a devolverte algo.
Sus pautas de comportamiento varían, pero hacerte sentir pequeño, insultarte u ofender tus creencias es lo que eclipsa todo lo demás.
Si eres un cuidador emocional, encontrarás todo tipo de formas de defenderlos y excusar sus acciones inexcusables.
Te sientes poco apreciado
Es casi como si tu pareja no te viera o no quisiera verte. No importa lo que hagas o lo mucho que te esfuerces, todo pasa desapercibido. Te dan por sentado.
Olvidas un componente crucial de toda buena relación: la reciprocidad. Necesitas a alguien que se esfuerce tanto como tú.
Necesitas a alguien que esté a la altura de tus inversiones. Alguien que sea tu igual, no alguien a quien intentes contentar y hacer feliz todo el tiempo.
Guarda secretos a sus seres queridos
No compartes lo que te pasa y sigues embotellándolo todo en tu interior.
Lo único que saben tus seres queridos es que eres diferente, que has cambiado, y no paran de repetírtelo.
Te avergüenzas de tu posición actual, odias que no te valoren o te traten mal en tu relación y te cuesta admitirlo ante los que te rodean.
Esa es también una de las razones por las que te alejas de tus amigos y familiares; no te gusta verlos preocupados y no te gusta que hagan demasiadas preguntas, así que es más fácil mantener las distancias.
Te sientes impotente
En una relación sana, tomáis las decisiones juntos. Nadie asume el papel de jefe.
En tu relación no es así, ya que tu pareja tiene voz y voto en todo lo que haces o quieres hacer.
Te encuentras en una situación en la que tienes que pedir su aprobación. Sientes que tienes que luchar por tu derecho básico a vivir tu vida a tu manera.
Te hacen sentir que no eres lo suficientemente bueno y los sentimientos de impotencia te consumen. Sientes que estás en una situación de la que no puedes escapar.
Si este es el escenario en el que vives, no sólo eres un cuidador emocional, también eres una víctima de abuso emocional y tienes que dejar esa relación lo antes posible.
Te resientes por esforzarte demasiado
Quieres que las cosas cambien a mejor en tu relación y te estás esforzando demasiado para que eso ocurra.
Nunca te rindes porque estás en modo cuidador, asegurándote de que tu pareja es todo lo feliz que puede ser.
De este modo, no se consigue nada. Todo sigue igual hagas lo que hagas.
Por eso es el momento perfecto para hacer lo contrario. Deja de intentarlo. Desvía tu atención de él hacia ti. Dale a él y a ti un poco de espacio para determinar si está interesado en ti.
Otra cosa que puedes hacer si te reconoces como cuidador emocional es aprender a exigir.
Tú también necesitas el amor y los cuidados que le estás dando a tu pareja, así que quizá sea el momento de pedírselos de vuelta.
Valórate, respétate y quiérete. Trabaja constantemente en ti mismo y en mejorar tu confianza.
Sólo así dejarás de ser un cuidador emocional y tendrás una relación sana y fuerte en la que ambos os cuidéis por igual.