Todo lo que hiciste fue jugar con ella. Todo lo que hiciste fue jugar a empujar y tirar con ella.
Era un juego sin fin del que probablemente nunca te cansarías. El único problema es que atrajiste a una chica que no quería formar parte de tu juego.
Sólo te quería a ti, pero era imposible conseguirte sin todo el equipaje que llevabas contigo.
Ella no entró en esta "relación" o como elijas llamarla ahora para que tú pudieras proyectar tus inseguridades en ella.
No se subió a esa atracción para que pudieras tenerla lo suficientemente cerca como para saber que existías, pero siempre a un brazo de distancia para que nunca se acercara demasiado.
Cuando veías que las cosas se ponían serias, te retirabas.
Nunca quisiste entregarte por completo. Nunca quisiste permitirte sentir todo lo que una relación conlleva.
Parecía como si sólo estuvieras allí para las partes buenas y la charla, pero una vez que las cosas se calentaban, una vez que realmente necesitabas involucrar verdaderas emociones, te ibas.
Siempre has tenido la costumbre de desaparecer en el momento menos oportuno.
En el momento en que a ella le pareciera que de verdad le ibas a contar cómo te sentías de verdad, acabaría teniendo cero respuestas tuyas en días.
Como si hubieras desaparecido de la faz de la tierra.
Cuando se cansaba de tus juegos o de esperarte, la retirabas y volvías a empezar.
En cuanto la veías dudar de ti o cuestionar vuestra "relación", volvías a meterla en tu jueguecito que, por lo general, sólo la llevaba a un callejón sin salida.
Empezarías de nuevo con tus zalamerías y empezarías a aparecer delante de ella siempre que tuvieras ocasión.
Empezarías a hacer de todo para asegurarte de que se acostumbra a tenerte cerca una vez más y, cuando finalmente las cosas se calentaran demasiado, volverías a poner en práctica tu viejo truco llamado "aléjate mientras puedas".
La dejarías preguntándose qué hizo mal esta vez.
Sabías que nunca podría intentarlo con nadie más mientras tú siguieras en el juego.
Necesitaba un cierre o algo que le dijera que tu historia había terminado.
Pero nunca le diste nada de eso. La enganchaste y así quisiste mantenerla siempre.
Sabías que no podría seguir adelante hasta que alguien dijera en voz alta que todo lo vuestro se había acabado.
Pero ella nunca pudo ser esa persona, no porque fuera demasiado débil, sino porque nunca supo a qué atenerse contigo.
Nunca tuviste la oportunidad de intentarlo de verdad y eso fue lo que la retuvo tanto tiempo.
Creaste un cliffhanger, una tensión que le decía que le esperaban cosas mejores. Pero esos momentos nunca llegaron porque nunca estuviste preparado para comprometerte de verdad con ella.
Sólo necesitabas que pensara así porque tú también la necesitabas.
Ella era tu refugio seguro. Era la única que siempre estaba ahí para ti, pasara lo que pasara.
Sabías que podías contar con ella, día y noche. Era tu persona, la que todo el mundo espera encontrar a lo largo de su vida.
Pero tú tenías demasiado miedo para intensificar tu juego, así que la arrastraste al torbellino de tu toxicidad.
Sabes, puede que seas el jugador más importante aquí, pero te estás perdiendo algo.
Te estás perdiendo el hecho de que por muy bueno que seas en este juego de empujar y tirar, nada de lo que hagas la detendrá una vez que decida cortar todos los hilos contigo.
Y aunque te parezca poco realista, lo hará.
No tardará mucho más en verte como realmente eres.
Verá que sólo eres un jugador lleno de promesas que nunca piensas cumplir.
Que sólo te quedas cuando las cosas no van en serio, pero que huyes cada vez que los sentimientos reales empiezan a aflorar.
No tardará mucho en ver que merece más que tú.
Ella se merece más que un tipo que no sabe lo que quiere, más que alguien que tiene miedo de los sentimientos reales.
No tardará mucho en darse cuenta de que habrá alguien que le dará todo lo que se merece y todo lo que tú no has querido darle.
Cuando se dé cuenta de que hay alguien más que va a hacer un verdadero esfuerzo y que va a estar ahí para ella igual que lo estuvo para ti.
No te molestes en volver cuando se dé cuenta de que no eres más que un chico inmaduro demasiado asustado para comprometerse.
Porque para cuando te des cuenta de lo que has alejado, todos tus esfuerzos por recuperarla serán en vano.
Habrá encontrado a alguien que la apreciará como tú nunca supiste.