Necesitaba que compartieras mis penas.
Necesitaba que me escucharas. Que estuvieras ahí cuando ni siquiera podía estar ahí para mí. Cuando estaba débil y sin fuerzas.
Sólo necesitaba que estuvieras a mi lado. Necesitaba que me abrazaras tan fuerte que el dolor se congelara en ese momento.
Te necesitaba... pero nunca estabas ahí.
Necesitaba que compartieras mi felicidad.
Siempre eras el primero en quien pensaba cuando las cosas iban bien. Cuando el sol brillaba sobre mí y no podía creer lo afortunado y exitoso que era, no estabas allí para compartirlo realmente conmigo.
Me escuchabas pero no me oías. Estabas más interesado en tus propios momentos felices y en los tristes. Cuando todo giraba en torno a ti y yo tenía el papel de oyente, sólo entonces te sentías a gusto.
Te necesitaba para compartir mis sueños y soñar algunos nuevos contigo. Pero nunca estuviste allí.
Siempre estabas demasiado ocupado. Nunca tenías tiempo para mí y siempre había algo que exigía tu tiempo más que yo.
Nunca estuve en lo más alto de tu lista de prioridades, si es que encontrabas tiempo.
Te necesitaba como tú a mí. La diferencia es que yo siempre estaba a tu lado, apoyándote, siendo feliz porque tú eras feliz, pero tú no aparecías por ninguna parte cuando se trataba de mí.
No te culpo de nada solo te dejo ir. Es algo que tenía que pasar en algún momento. Sólo retrasé lo inevitable.
Supongo que me sentí afortunada de tenerte aunque ahora lo sé mejor.
No veía claro que no invertías nada en mí mientras yo te lo daba todo a ti. Siempre fui yo quien lo entendía todo. Pensé que mi amor y mi esfuerzo serían suficientes.
Pero no era... no podía amar por los dos.
Intenté racionalizar y me decía a mí misma que las cosas mejorarían.
Siempre esperaba días mejores, que encontraras tiempo para mí. Que encontraras tiempo para nosotros. Esos días nunca llegaron.
Nunca vinieron porque eras inventar excusas para cubrir el hecho de que me quieres sólo cuando te conviene. Tus amigos, tu carrera, tú mismo y la parte de tu vida sin mí eran más importantes. Y yo nunca quise ponerme la primera en tu lista de prioridades, sólo quería ser igual de importante.
Sólo quería sentir que importo.
Que aunque no tengas tiempo, encontrarás algo para mí. Porque eso es lo que hace la gente enamorada...hacen tiempo. Hacen todo lo posible por ver a alguien que les importa. Puede que no pasen todo el tiempo que quisieran, pero sí todo el que tienen. El problema es que tú nunca tuviste ese tiempo para mí; nunca estuviste ahí.
Todos esos pequeños momentos encerrados dentro de mí. Estaban esperando como una bomba de relojería para explotar y casi podía verlo venir. Todos ellos se mezclaron en ese gran momento en el que te llamé y lloré, rogándote que vinieras a verme, que estuvieras a mi lado al menos en ese momento en el que más te necesitaba. Esa vez sentí que mi mundo se derrumbaba.
Tú no estabas y de repente me di cuenta de que había estado sola todo este tiempo. Me las arreglaré sola en el futuro. Me di cuenta de que nunca te tuve de verdad, pero tú me tuviste a mí.
¿Y sabes qué? Ha llegado el momento de ponerme por fin en primer lugar y encontrar tiempo para mis necesidades. Puedes encontrar a alguien más que alimente tu ego y se vea bien a tu lado porque yo estoy fuera.
La ecuación es bastante simple, si me quisieras, estarías ahí para mí. Y como no lo estabas, como siempre estabas ausente cuando más te necesitaba, aprendí que me basto sola. Esta revelación purificadora me salvó.
Soy suficiente. No te necesito. Puedo hacerlo sola.