Aunque cada persona tiene diferentes ambiciones y aspiraciones en la vida, una cosa es cierta.todos compartimos el objetivo común de la felicidad.
Hagamos lo que hagamos en la vida y conozcamos a quien conozcamos, lo hacemos con la esperanza de alcanzar nuestro objetivo final, que es ser verdaderamente felices.
La felicidad no puede definirse porque no representa lo mismo para todo el mundo.
Pero creo que todos nos esforzamos por encontrar la paz interior que todos relacionamos con el término felicidad.
Y aunque pensemos que trabajamos duro para alcanzar esa felicidad, lo que la mayoría de nosotros no sabe es que en realidad somos nosotros los que impedirnos ser felices.
Somos nosotros los que damos demasiado de nuestra vida a personas y cosas que no lo merecen.
Lo que siempre hay que recordar es que tienes el control total de tu vida.
No, no puedes influir en cada pequeña cosa que ocurre a tu alrededor y no puedes influir en todas las personas de tu vida, pero lo que sí puedes elegir es tu reacción ante todas esas personas y cosas.
Lo que puedes elegir es a quién permites formar parte de tu vida. Puedes elegir a quién y qué dejar entrar y a quién y qué dejar marchar.
No voy a mentirte...dejarse llevar nunca es fácil. A veces nos aferramos inconscientemente a cosas y personas que en realidad nos hacen desgraciados.
Lo hacemos porque nos da demasiado miedo salir de nuestra zona de confort y porque nos sentimos cómodos con algo que nos resulta familiar, incluso cuando ese algo nos hace infelices.
Dejar ir es una experiencia difícil pero que cambia la vida.
Y, sobre todo, es algo que tendrás que hacer en algún momento de tu vida. Y en lugar de empezar ahora mismo, sigues posponiéndolo.
Tienes diferentes excusas para vivir en tu zona de confort de infelicidad; piensas que llegará un momento en que te será más fácil dejarlo ir, te justificas por estar demasiado ocupado para pensar en las cosas que te molestan y justificas a las personas de tu vida y su lugar en ella.
En cualquier caso, la cruda realidad es que hace años que no te mueves de un sitio.
Y aunque sigas prometiéndote a ti mismo que vas a hacer grandes cambios en tu vida, en la práctica, en realidad no estás haciendo nada.
Y estoy aquí para decirte que no hay mejor momento para empezar con esos cambios que ahora mismo. No mañana, ni la semana que viene, ni el lunes, ni la próxima primavera, sino exactamente en este momento.
¡Estoy aquí para decirte que dejes ir el pasado! El pasado está ahí por una razón.
Está claro que las personas que no llegaron a tu presente y que no llegarán a tu futuro no merecían tu tiempo ni tu energía.
Lo primero que debes tener en cuenta al dejar atrás el pasado es que no puedes cambiarlo.
Todos nos arrepentimos de algo y desearíamos haber hecho las cosas de otra manera. Pero no puedes cambiar cómo te trató la gente y cómo trataste tú a la gente.
Así que en lugar de malgastar tu energía pensando en cómo las cosas podrían haber sido diferentes, deja ir todos los rencores y resentimientos hacia los demás y, lo más importante, hacia ti mismo.
Si fuiste tú quien trató mal a alguien en el pasado y eso te está carcomiendo, lo único que puedes hacer es pedir perdón a esa persona y a ti mismo.
Cuando lo hagas, deja el pasado en el pasado y céntrate en mejorar tu presente y tu futuro.
Estoy aquí para decirte que abandonar la negatividad porque no te llevará a ninguna parte. Sí, ya sé que todos vivimos estresados y que las cosas negativas nos rodean.
Sientes que te bombardean con noticias negativas y gente negativa y no puedes evitar convertirte en lo mismo.
Con el tiempo, sientes que te rodea el pesimismo y, lo que es más importante, empiezas a seguir estos patrones negativos.
Y aunque nunca puedas cambiar completamente tu entorno, lo que siempre puedes cambiar es tu perspectiva de las cosas.
Lo que puedes hacer es intentar encontrar algo positivo en todo y en todos los que te encuentres. Lo que puedes hacer es reprogramarte para ser optimista.
Y sobre todo, ¡Estoy aquí para decirte que dejes ir a la gente tóxica! Lamentablemente, a veces las personas más cercanas a nosotros son las que nos hacen infelices.
Y cuando lo piensas, tiene todo el sentido del mundo: son las personas que más te importan y, por tanto, las que más te influyen.
Y aunque es natural que de vez en cuando te sientas un poco herido por algunas palabras y acciones de las personas que te rodean, si esto se está convirtiendo en un patrón de comportamiento suyo, tal vez sea hora de que te replantees tus relaciones.
Y no me refiero sólo a tus relaciones sentimentales, sino también a tus amistades e incluso a tus relaciones familiares.
Por mucho que duela, tienes que dejar ir a quien te haga sentir indigno y no suficiente.
Tienes que dejar ir a quien te haga sentir infeliz, a pesar de toda la historia que puedas tener con esas personas y a pesar de todo lo que hayas pasado con ellas.
Sé que es algo que ni se te pasa por la cabeza hacer y no te voy a decir que vaya a ser fácil, pero créeme: merecerá la pena.