Deja el teléfono. No envíes ese mensaje. No hagas esa llamada.
No le pidas que venga. No le ruegues que hable contigo. No se merece tus esfuerzos.
Sécate las lágrimas. No las desperdicies con él.
Deja de luchar tanto para mantenerlo a tu lado. No hay necesidad de hacerlo. Sólo vas a agotar todas tus emociones.
Déjale ser. Déjale ir. Si viene a por ti, si iguala tus esfuerzos, quizá todavía haya algo ahí. Tal vez todavía tienes una oportunidad. Si no lo hace, entonces nunca tuvo que ser.
Y sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero sólo hay una verdad cuando se trata de amor: el amor no debe forzarse.
No deberías llegar tan lejos para hacer que alguien te vea. No deberías mendigar su tiempo. No deberías privarte de su afecto.
Mantener el contacto no debería ser tan difícil. Estar ahí para ti no debería ser una obligación. Debería ser algo que él hiciera voluntariamente.
No puedes hacer que esté listo para una relación verdadera y comprometida si aún no lo está.
No te harás ningún favor ni a ti ni a él esperando. Puede que él nunca esté preparado, y acabarás esperando para siempre. Te quedarás atrapada en una mala relación en la que te faltan muchas cosas.
Tampoco esperes que las cosas cambien. No esperes que te trate mejor y preste más atención a tus necesidades.
No esperes que se involucre más en vuestra relación o que esté más presente. Se suponía que debía hacer esas cosas y ser ese hombre hace mucho tiempo. Si nada ha cambiado hasta ahora, nunca lo hará.
No debes convertirte en una persona diferente para haz que se encariñe contigo . Debería amarte y apreciarte tal y como eres.
Debe aceptarte como tú a él, con todos sus defectos y virtudes.
El amor no consiste en hacer que las piezas encajen, sino en que esas piezas se unan de forma natural.
Es tan sencillo y tan cierto, pero nos olvidamos del curso natural y sin esfuerzo de las cosas. Olvidamos que el amor viene de ambos lados. Olvidamos tomar porque estamos tan acostumbrados a dar.
El amor no debería ser difícil. No debería sentirse como una batalla interminable que siempre acabamos perdiendo. No debería hacernos llorar más que reír. Eso no está bien.
Es sólo que a veces nos envolvemos tanto en la idea del amor que empezamos a pensar que el amor implica dolor y sufrimiento.
Deseamos tanto que las cosas funcionen que aceptamos cualquier cosa que nos den, aunque sólo sean trozos de lo que merecemos y necesitamos.
No debería ser así, y te darás cuenta una vez que encuentres a tu persona para siempre.
Verás por qué todo tuvo que pasar de esta manera. Verás que tuviste que besar algunas ranas antes de encontrar a tu príncipe.
Verás que el amor, cuando es real, simplemente fluye.
Cuando el amor es real, los dos estáis preparados. Das y recibes. Se encuentran a mitad de camino sin necesidad de forzar nada.
Cuando dos personas se quieren, gravitan la una hacia la otra. Encuentran tiempo y se esfuerzan sin que nadie se lo pida.
Hacen que funcione porque AMBOS quieren; porque ambos sienten algo tan profundo el uno por el otro que consiguen superar cualquier obstáculo.
No siempre todo va sobre ruedas, pero el amor, el afecto y la atención nunca son forzados, y eso es lo principal.
Y aunque puede que no todo salga como te lo habías imaginado, cuando tienes a tu lado a la persona adecuada, obtienes algo aún más asombroso de lo que jamás habrías podido predecir.
Así que deja ir a cualquiera y todo lo que tiene que ser forzado, y despeja tu camino para el verdadero negocio. Espera a que fluya el amor.