Creyó cada una de tus palabras con todo su corazón porque pensó que eras sincero con ella. Creía que siempre estarías a su lado. Te dio su corazón porque pensó que lo cuidarías bien. Pero no lo hiciste.
En cambio, le vendiste dulces mentiras aunque sabías que era sincera contigo. Nunca estuviste ahí cuando te necesitó. Le rompiste el corazón aunque sabías cuánto le dolería.
Y pensaste que nunca se iría, pero ¿adivina qué? Lo hizo.
No se fue porque quisiera. Se fue porque no le diste opción. Se fue porque todo ese tiempo estuvo esperando que cambiaras, pero no lo hiciste. No creas que ella no sabía que la dabas por sentada. Ella lo sabía muy bien.
Pero su corazón era demasiado fuerte y obstinado para rendirse sin luchar. No se rinde. Lucha duro por algo en lo que cree. Y creía en ti, creía que cambiarías y empezarías a tratarla como se merecía.
Pero no lo hiciste. Deliberadamente la dio por sentada y pensaste que nunca se iría. Le diste migajas de tu amor tóxico mientras ella te daba todo de sí misma y pensaste que nunca se iría.
Cada vez que te sonreía mientras sufría, te daba la oportunidad de curarla. Cada vez que se callaba ante tus malos tratos, te daba la oportunidad de darte cuenta de tus propios errores. Y cada vez que te daba otra oportunidad, te hacía saber que esperaría a que cambiaras.
Pero no lo hiciste.
Hiciste que se diera cuenta de que, por mucho esfuerzo que invirtiera en ti, nunca sería suficiente. Le hiciste darse cuenta de que todo ese tiempo había estado descuidando su propia felicidad para centrarse únicamente en la tuya.
Se dio cuenta de que se había endeudado consigo misma y que era hora de empezar un nuevo capítulo en su vida. Era hora de dejar de luchar por los que no estaban destinados a quedarse. Era hora de encontrar el valor para dejar ir a aquellos que no podía cambiar.
Decidió que el nuevo capítulo de su vida consistiría únicamente en felicidad, verdad, respeto y reciprocidad. Ya no se conformaba con la mediocridad porque se había cansado de ella.
Se había cansado de ser la única que luchaba. Se había cansado de ser la segunda opción para alguien a quien trataba como una prioridad. Se había cansado de fingir su felicidad sólo para verte sonreír.
Se fue porque echaba de menos verse sonreír. No se fue porque fuera demasiado débil. Se fue porque había sido demasiado fuerte durante demasiado tiempo. Y no se arrepiente de nada de lo que hizo por ti. Hizo lo que tenía que hacer porque no tenía elección.
Cuando ama, lo hace con todo su cuerpo y su corazón, o no ama en absoluto. Nunca se arrepiente de nada. Sólo está triste porque tú no lo ves como ella. Está decepcionada contigo por pensar que nunca te dejaría por muy mal que la trataras.
Y en el momento en que decidió seguir adelante fue cuando se juró a sí misma que nunca volvería a mirar atrás.
Siempre te llevará en su corazón pero nunca volverá a mirar atrás. De ser su prioridad, has pasado a ser sólo un recuerdo porque se dio cuenta de que la vida era demasiado corta para perder el tiempo en dulces mentiras, soledad y dolor.
Decidió enterrar todo el dolor en lo más profundo de su alma y no volver a desentrañarlo. Decidió buscar la felicidad, mantener la cabeza alta y proteger su corazón. Y pensaste que nunca se iría, pero ¿adivina qué? Lo hizo.