Qué puedo decir: soy un luchador. Voy hasta el final. No me rindo cuando las cosas se ponen feas ni cuando me canso.
De algún modo, siempre encuentro combustible para mis batallas. Encuentro fuerzas incluso cuando otros habrían perdido la esperanza hace mucho tiempo.
Nunca abandono a la gente que quiero. Lo sabes bien, ¿verdad?
Porque merecías que te diera la espalda, pero no lo hice. No lo hiciste porque pensé que valía la pena luchar por ti.
Pensé que se suponía que tenía que ser así de duro, que el amor debía doler a veces, que tenía que recorrer kilómetros de dolor antes de llegar a sentir un rastro de felicidad. Así que luché por ti como nunca antes había luchado por nadie.
La vida fue dura conmigo pero aprendí a no rendirme fácilmente. Lucho y lo intento y me caigo para volver a levantarme y sigo luchando por lo que quiero hasta que ya no puedo luchar más, hasta que rendirme es la única opción que me queda.
E incluso entonces me convenzo de intentarlo una vez más, de que quizá este último intento marque la diferencia. Y no tienes ni idea de lo tóxico que es esto para mí.
Eres algo especial, ¿sabes?
Te quise. Te amé incluso cuando me diste todas las razones para no hacerlo.
Incluso cuando me trataste como no trataría a la persona que más odio en este mundo. Jugaste conmigo.
Me hacías promesas que nunca pensaste cumplir y te alimentabas de mi dolor. Todo lo que viví contigo fue decepción tras decepción.
Me dije que no importaba y me convencí de que las cosas iban a cambiar muy pronto. Pero las cosas nunca cambiaron contigo.
Las cosas nunca cambiarán contigo. Eres quien eres. Y no ves que haya nada malo en ti.
No ves que haya nada malo en cómo tratas a los demás o en cómo me trataste a mí. Y sinceramente, yo tampoco lo vi durante un tiempo. Pero finalmente abrí los ojos.
Por fin puedo verte tal y como eres. Por fin puedo dejar de engañarme y decirme que eres un buen tipo. No lo eres. un buen tipo.
Ahora entiendo cómo no puedo arreglarte. No sólo yo, sino nadie podrá arreglarte nunca porque tú no quieres que te arreglen.
Lo que sí quieres es alguien que se doblegue ante ti aunque tú no muevas un dedo por esa persona.
Supongo que te enseñé que las cosas pueden funcionar así. Pero ese fue mi error, el que estoy más que dispuesto a corregir ahora.
Sinceramente, no lo entiendo. ¿Cómo es que mis esfuerzos no fueron suficientes para que tú también quisieras intentarlo? ¿Cómo es que no deseabas tener una relación feliz, amar y ser amado cuando me veías esforzarme tanto por ti? De todos modos, no importa. Tendré que aceptar el hecho de que algunas preguntas seguirán sin respuesta.
No tienes ni idea de las batallas internas que libré. Mi corazón me decía una cosa, pero mi mente me decía otra completamente diferente. Y debería haber escuchado a mi mente, pero no lo hice.
Es inútil llorar por ello ahora.
Siempre fui alguien que se dejaba llevar por las emociones. Pero esta vez, me niego a escuchar mis emociones. Esta vez, me niego a dar todo de mí a alguien que no lo aprecia.
Nunca me has valorado.
Nunca has apreciado mis esfuerzos y nunca te ha importado lo que nos pasa.
Mientras yo intentaba que funcionáramos, tú vivías la vida como si yo no estuviera en ella. ¿Y sabes qué? Lo menos que puedo hacer ahora es dejar de luchar por alguien que no me merece.
Al final del día, cuando me meta en la cama y cierre los ojos, no me arrepentiré de nada.
No tendré ningún demonio persiguiéndome ni mi pasado intentando arrastrarme a un abismo. Porque sé que luché por más de lo que mereces. Mi conciencia es pura.
Por desgracia, no estoy seguro de que pueda decir lo mismo.
Dentro de unos años, cuando eches la vista atrás, seguro que te arrepentirás de alguna cosa. Pero de lo que más te arrepentirás es no dándome otra opción que renunciar a ti.
Al final, me di cuenta de que está bien luchar por alguien que te quiere. No está bien luchar para que alguien te quiera. Hay una gran diferencia.