Tal vez hayas visto su foto en las redes sociales y al instante hayas empezado a rebobinar todos esos momentos felices que vivisteis juntos.
Tal vez el osito de peluche que te regaló sigue sobre tu cama y cada vez que lo miras no puedes evitar sentir un calor instantáneo por todo tu cuerpo.
O tal vez le hayas visto hoy paseando por la calle con esa sonrisa suya tan especial que te chifla.
Su sonrisa te obliga instantáneamente a empezar a pensar en su vida y en si ya ha conocido a alguien nuevo, porque parece feliz y contento.
O tal vez quieres enviarle un mensaje porque estás sentirse aburrido o solo y echas de menos tus antiguas y largas conversaciones hasta que te quedas dormido.
O quizás te has tomado un par de copas y ahora estás convencida de que romper con él fue un error total; quieres retroceder en el tiempo hasta el momento de vuestro primer encuentro y cambiarlo todo.
Sea cual sea el motivo, tienes unas ganas irrefrenables de mandarle un mensaje, preguntarle por su vida, hablar de lo que tuvisteis y, tal vez, convencerle de que romper fue un error.
Parece casi imposible resistirse a la tentación y escribir un simple "Hola", sólo para recibir otro "Hola" a cambio y esperar a que la conversación empiece por fin a fluir.
Un simple "Hola" suyo significaría mucho para ti porque te haría sentir como si nada hubiera cambiado.
Te haría sentir como en los viejos tiempos, cuando esperabas ansiosamente su respuesta y, en cuanto la veías, tu impaciencia era sustituida al instante por una gran sonrisa.
Quieres volver a sentir esa felicidad.
Quieres sentir esa misma sonrisa en tu cara, porque es lo único que puede hacerte sentir mejor en ese momento.
Pero, ¿es realmente inteligente enviarle un mensaje?
¿Merece la pena enviarle un mensaje de texto con una sonrisa que irá seguida de miles de lágrimas y una confusión infinita?
¿Es realmente inteligente enviarle mensajes de texto aunque sepas que no debes hacerlo?
¿Aunque algo dentro de ti te diga que tu relación, situación-relación o casi-relación terminó hace mucho tiempo, incluso antes de que rompierais oficialmente?
La razón principal por la que quieres enviarle un mensaje no es porque creas que es el único adecuado para ti.
Es porque quieres revivir los recuerdos que una vez tuviste.
Es porque te sientes solo en ese momento y crees que enviarles un mensaje te ayudará a sentirte vivo de nuevo, a olvidarte de todo y a animarte.
No quieres mandarle un mensaje porque crees que es el indicado para ti.
Quieres enviarle un mensaje porque quieres convencerte de que es la verdad, aunque sabes que no lo es.
Quieres enviarle un mensaje porque su presencia significó el mundo para ti y una vez te sentiste segura en sus brazos.
Os reíais juntos, hacíais el amor y disfrutabais pasando tiempo juntos.
Eras como uno y ahora te falta esa parte de ti.
En realidad no le echas de menos, echas de menos cómo te sentías cuando estabas con él.
Echas de menos esa sensación de calidez cuando te abrazaba y la forma en que te besaba.
Pero, a veces, incluso las relaciones más sólidas no duran toda la vida.
A veces, nos damos cuenta demasiado tarde de que no estamos hechos el uno para el otro por alguna razón y que romper es lo único inteligente que podemos hacer.
Reconociste todo esto hace mucho tiempo y por eso decidiste seguir adelante.
Y ahora quieres enviarle un mensaje sólo porque algo te ha recordado su existencia; algo te ha refrescado la memoria de momentos felices pasados juntos.
Y esto es completamente normal. Está bien que te sientas sola, que dudes de tus decisiones y que sientas el impulso incontrolable de enviarle un mensaje de texto.
Pero, por tu propio bien, ¡no deberías hacerlo!
No deberías hacerlo porque sabes que enviarle un mensaje no cambiará nada.
Sabes que enviarle mensajes sólo prolongará tu sufrimiento, prolongará los días de tu curación.
Sabes que enviarle un mensaje sería sólo un segundo de falsa felicidad que ha muerto hace mucho tiempo.
No quieres hacerte daño encendiendo la chispa de tu pasado.
Quieres vivir el momento, centrándote en la realidad y en lo que te conviene.
No querrás hacerte daño enviando un estúpido mensaje a alguien que probablemente ni siquiera se lo merecía.
¡Sabes que no es la persona con la que estás destinada a estar!
Sabes que si le das un poco de tiempo y te esfuerzas por no caer en la tentación de enviarle mensajes de texto durante un ratito, ¡se habrá ido para siempre de tu mente!
Y serás la persona más feliz del mundo porque por fin serás libre de tus propios pensamientos.
Serás la persona más feliz del mundo porque un día conocerás a alguien con quien estás destinada a estar, y cuando eso ocurra, ¡darás gracias a Dios por no haberle enviado un mensaje de texto!
Véase también: 30 cosas mucho mejores que enviarle mensajes de texto