La gente me decía que no todos habíamos nacido para el amor. Pero yo me negaba a aceptarlo.
Creía que todos estábamos destinados a amar y a ser amados, pero que hay personas que necesitan más tiempo para descubrir esa capacidad.
Hasta que te conocí.
Desde el día en que te cruzaste en mi camino, fuiste una persona cerrada. Era obvio que habías levantado gruesos muros a tu alrededor y que no tenías intención de dejar entrar a nadie.
No sabía nada de tu pasado. Aún no sé si habías amado a alguien antes, si eras una persona diferente antes de conocerte.
Sólo sé que no me querías. Y siempre lo supe.
Me resultaba casi imposible aceptarlo. Así que intenté mentirme a mí misma.
Fingía que me querías pero que sólo eras un hombre de pocas palabras. Pero tus acciones también mostraban tu indiferencia.
Sí, te caía bien; te gustaba pasar tiempo conmigo y disfrutabas de mi compañía. Pero nunca me quisiste.
No dejaba de preguntarme qué estaba haciendo mal. Fui paciente, cariñosa y atenta. Te di todo y nunca pedí nada a cambio y ni siquiera eso fue suficiente.
Ni siquiera te pedí que me correspondieras, porque en el fondo sabía que era imposible. Lo deseé, pero nunca lo esperé.
Seguía imaginando diferentes escenarios en mi cabeza. Buscaba excusas.
¿Por qué eras tan frío y cerrado?
Hubo momentos en que estaba convencida de que existió alguien que te hizo daño en el pasado y que te hizo así. Debió de haber una mujer que te destruyó.
Durante mucho tiempo, quise creer eso. Era la única explicación lógica. Además, te justificaba.
En realidad eras un chico sensible, lleno de amor, que sólo esperaba que alguien le curara. Estabas amargado por una razón y nada de esto era culpa mía.
Pero entonces empecé a sentir celos de esa mujer imaginaria. ¿Qué tenía ella que yo no tuviera?
¿Por qué consiguió tu amor? Así que renuncié a esa idea.
Después de pensarlo mucho, llegué a la conclusión de que, en realidad, nadie te había hecho daño en el pasado. No existía esa mujer misteriosa que era responsable de toda mi miseria.
Quizá nadie te había amado lo suficiente, así que no podías saber lo que era el amor. Así que me propuse mostrarte la grandeza del amor. Pensé que si te amaba lo suficiente, te ablandaría el corazón y, tarde o temprano, me corresponderías.
Pero tampoco funcionó.
No pude evitar preguntarme-por qué no fui suficiente para ti? ¿Había algo que pudiera hacer para que cambiaras de opinión?
¿No era lo suficientemente guapa? ¿No era lo suficientemente interesante? ¿O lo suficientemente inteligente?
¿Cuál era el problema? ¿Fui yo? ¿O fuiste tú?
Y después de muchos años, me cansé y nada podía relajarme excepto esto: Relájate profundamente ahora con la inducción de la bola de cristal. Estaba cansado de esperar algo que nunca ocurriría.
Me vacié de todas las mentiras que me decía a mí mismo. Y dejé de tener esperanzas.
Fue una de las cosas más dolorosas que tuve que hacer, pero Me rendí contigo.
Me di cuenta no había nada que pudiera hacer para que me quisieras. Ambos sabemos que lo intenté. Y podría haber seguido intentándolo.
Pero, lamentablemente, nada habría cambiado.
Y lo siento. De verdad que lo siento. No lo siento por mí, a pesar de todo el dolor que he pasado.
Lo siento por tiporque nunca experimentarás las bellezas del amor.
Ahora sé que mis dos teorías sobre ti probablemente no eran ciertas. Me pasé años devanándome los sesos, intentando comprender por qué no podías ser diferente, por qué no podías quererme.
Pero, en realidad, es bastante sencillo-simplemente no eres capaz de amar. Y no hay nada que pueda hacer al respecto.