Cuando te han hecho daño demasiadas veces en el pasado, lo único natural es que busques formas de proteger tu corazón lleno de cicatrices para que no experimente más dolor emocional.
Es normal que estés dispuesto a hacer lo que haga falta para evitar pasar por el mismo infierno que tú.
Cuando te han roto y herido las personas en las que más confiabas, es perfectamente natural que te pongas en guardia y tengas cuidado con las personas a las que dejas entrar. Es normal que dejes de ver lo bueno en la gente y te conviertas en la persona negativa y amargada que juraste que nunca serías.
Después de todo lo que has pasado, no se te puede juzgar por perder la fe en el amor.
El hecho es que los que más has querido y los que estabas convencido de que te correspondían son los que más daño te han hecho, así que, en consecuencia, piensas que la única forma de mantenerte a salvo de todo ese dolor es renunciar al amor en conjunto.
Sin ni siquiera ser consciente de ello, le coges miedo al amor.
Construyes gruesos muros alrededor de tu alma, pones una armadura de acero alrededor de tu corazón y te pones en guardia, convencido de que es la única manera de salvarte.
Y esto es exactamente lo que te pasó a ti.
Te convenciste de que alejar a la gente y no permitirte tener relaciones significativas eran las únicas opciones que tenías si no querías exponerte a otro desengaño amoroso.
Con los años, has cambiado completamente. Todo este trauma de abandono por el que pasaste te causó serios problemas de confianza y te convirtió en una persona diferente.
Pero este año, te ruego que dejes de cerrar tu corazón al amor porque esto te ha estado destruyendo lentamente, sin que ni siquiera seas consciente de ello.
Este año, te ruego que seas lo bastante valiente como para dejar que el amor vuelva a entrar en tu vida.
Sé que tienes miedo, aunque no se lo admitas a nadie, ni siquiera a ti mismo.
Sé que volver a salir ahí fuera da mucho miedo, porque no dejas de pensar en todo lo malo que te puede pasar y en todas las consecuencias negativas de esto.
Pero confía en mí y, por una vez, deja de pensar tanto. Por una vez, deja de suponer lo peor y, por una vez, ten fe.
Ten fe en que no todas las personas son iguales y que llegará un hombre que te ayudará a borrar tus cicatrices y a arreglar tu corazón destrozado.
Que llegará un hombre que te dará todo el amor que mereces y un hombre que no pensará que estás dañada sin remedio.
Ten fe en que Dios finalmente te enviará a alguien digno de ti.
Alguien que te ayudará a recoger tus pedazos rotos y alguien que te hará creer de nuevo en el amor.
Pero lo más importante es que tengas fe en el poder del amor. Ten fe en que te ayudará a curarte y que te ayudará a volver a ser la persona que solías ser, antes de que ocurrieran todas estas cosas malas.
No me malinterpretes: no te estoy aconsejando que no hagas caso a tu instinto ni que des acceso a cualquiera que quiera entrar en tu vida.
No te estoy diciendo que luches por un amor que no existe o que ruegues por él.
No, sólo te pido que estés más abierto a ello. Te pido que bajes la guardia y dejes de pensar que eres no destinado a ser amado...sólo porque has pasado por mucho.
Te pido que elijas el amor en lugar del odio. Que elijas el perdón en lugar del resentimiento. Que finalmente te liberes de tu pasado y seas lo suficientemente valiente como para adentrarte en tu brillante futuro.
Dejar de permitir que todo el dolor que has experimentado te defina y dejar que te enjaule. Porque a la única persona a la que haces daño privándote de amor es a ti.
No te voy a mentir: aunque dejes que el amor vuelva a tu vida, eso no significa que estés a salvo de cualquier negatividad o dolor potencial.
Sí, existe la posibilidad de que te encuentres con gente mala que querrá hacerte daño de nuevo.
Pero también existe la gran posibilidad de que, finalmente, encuentres a alguien que esté destinado a ser tuyo. Que encuentres a tu alma gemela y la pieza que falta en el puzzle.
Alguien que hará tu vida mucho más bella y que te ayudará a ver que cada uno de tus desamores sucedió por una razón.
Alguien que te dará el amor que ni siquiera imaginas que existe.
Y estoy bastante seguro de que merece la pena correr ese riesgo.