La hora de la verdad. Cada ruptura es la peor de todas. Y cada una dolerá hasta que deje de doler. A pesar de que, en realidad, el tiempo y sólo el tiempo aliviará el dolor, escuchar eso cuando estás en la agonía de dicho dolor nunca parece ser útil. Entonces, ¿qué coño es? En realidad, nada. PERO... inclinarte un poco hacia ello te ayudará.
Así que lo primero que tienes que hacer es:
1. Llora esa mierda. Túmbate, hazte un ovillo y llora a moco tendido. No pares hasta que te duela la cabeza, tengas los ojos hinchados y las tripas en carne viva.
2. Si no te comes una pizza entera y medio litro de helado... ¿estás realmente triste? Creo que no. Cómete tus sentimientos.
3. Vino. Vodka. Vino. Repite. ¿Necesito decir más?
4. Llamar para decir que está enfermo. Estás demasiado feo (de llorar) y demasiado hinchado (de pizza) y demasiado borracho (vale, con cara de mierda) (por el vino). Está bien que te cojas la baja por enfermedad. Te duele la cabeza, te duele el corazón y no tienes por qué arriesgar tu sustento intentando ser un héroe del trabajo. Dar prioridad a sus sentimientos ahora puede ayudar a evitar que se extiendan a tu vida profesional más adelante.
5. Llama a tu madre, a tu hermana o a tu mejor amiga. ¡Llámalos a todos! Llama a quien puedas que te haga sentir que lo tienes controlado y que te dirá todo lo que necesitas oír para que todo vaya bien por ahora... aunque en realidad no sea así.
6. No mires atrás. No le llames ni le contestes si te llama. No le aceches, ni en la vida real ni en Internet (nada de pasar en coche por su casa, trabajo, gimnasio, bar favorito, casa de la madre del bebé, etc. sólo para echar un vistazo a... ¡NADA! No lo hagas!), ni mensajes de texto, ni redes sociales, ¡¡¡he dicho NADA!!). Déjalo de golpe como si fuera un cigarrillo que te ha dado cáncer y que una sola calada podría matarte... porque puede hacerlo. Y si le das esa calada... acabarás de nuevo en el número uno. No te preocupes si eso es lo que haces... todos lo hemos hecho. No hay juicios aquí. Vuelve a llorar esa mierda y espera que esta vez sea la última que dejas que te haga daño.
7. Duerme. Escapa del brutal dolor de la realidad mientras tu cuerpo hace todas las maravillosas cosas rejuvenecedoras que hace durante el descanso. Por no hablar del dulce respiro que obtienes de todos tus sentimientos.
8. Ejercicio. No porque necesites estar sexy para recuperarle, o para ponerle celoso, o para demostrarle lo que ha perdido. Se trata de TI. Y tampoco porque no estés contenta con tu cuerpo. ¡Vas a hacer esto sólo por hacerlo! ¡¿QUÉ?! ¿Por qué, por qué preguntas? ¿Por qué estoy tratando de torturarte con consejos terribles? Endorfinas, amigos míos. Endorfinas. Son TU amigo. Te harán sentir mejor desde dentro... ¿y quién coño no quiere eso?
9. Ahora por fin... una vez que te hayas tomado un poco de tiempo para cuidarte y alimentar tu alma, ponte de acuerdo. Ponte derecho, con los hombros hacia atrás, sonríe, endereza la coronilla y finge hasta que lo consigas... o al menos hasta que empieces a sentirte tú otra vez. Y, ¿adivina qué? Volverás a sentirte tú mismo. Te lo prometo.
Cuando estás en medio de ello... es difícil ver que lo superarás. Pero lo harás, lo has hecho antes y puede que tengas que hacerlo de nuevo. Eres fuerte y vas a levantarte de este dolor y seguir adelante. Vas a aprender la lección y a olvidar el dolor que te ha causado. Con el tiempo. Lo has conseguido.