Las rupturas son duras, de eso no hay duda. Pierdes a la persona que te importa profundamente y, de repente, tienes que aprender a vivir sin ella.
No importa quién haya iniciado el fin de la relación: siempre que ocurre, es doloroso para ambas partes.
Incluso si eres tú quien ha dejado de querer a tu pareja, no puedes evitar sentir pena por el hecho de que los dos hayáis tenido que daros el último adiós.
Sin embargo, si eres honesto, verás que las rupturas ocurren todo el tiempo.
Esto puede sonar duro, pero lo cierto es que todas las parejas que no acaban casadas o como compañeros de vida, tienen que separarse tarde o temprano.
Básicamente, lo que intento decirte es que, estadísticamente hablando, la mayoría de tus relaciones sentimentales acabarán en ruptura. Por desgracia, es parte de la vida y algo a lo que todos tenemos que enfrentarnos.
Sin embargo, lo que puede ser aún peor es cuando terminas las cosas con alguien con quien ni siquiera eras realmente pareja.
Pasar por un fracaso situación es mucho más doloroso que una relación fallida.
Sé que muchos no estarán de acuerdo conmigo aquí, pero créanme cuando digo que es muy posible echar de menos a alguien que nunca has tenido.
No sólo echas de menos a esa persona, sino que sufres aún más por el potencial que podría haber tenido vuestro romance.
Lloras por todo lo que podrías y deberías haber hecho. Todas las cosas que imaginabas junto a este hombre, todos los planes de futuro que tenías, y el hecho de que nada de eso se hará realidad.
Si alguna vez has estado en una relación fracasada, sabrás que deja las consecuencias más devastadoras en tu autoestima.
Te guste admitirlo o no, no sólo te duele el hecho de tener que seguir adelante sin este hombre, sino que también te destroza que nunca haya tenido la decencia de elegirte de verdad.
Después de todo el tiempo que pasasteis juntos, nunca te llamó novia. Nunca te cogió de la mano ni te presentó con orgullo a todos sus amigos y familiares.
Nunca quiso comprometerse y seguías negándote a poner una etiqueta a vuestra relación. Nunca fuisteis exclusivos y nunca supisteis a qué ateneros con él.
Así que.., asumes que no puedes esperar nada más o mejor de ningún otro hombre.
Está claro que no estás hecha para ser amada, y nunca serás suficiente para que un chico te dé prioridad y te convierta en la única mujer de su vida.
Pues déjeme decirle que no puede estar más equivocado. El hecho de que hayas tenido una relación de este tipo no significa que no puedas formar una relación de verdad..
Sé que esto suena como si estuviera tratando de consolarte, pero créeme en esto: No eres tú, es él.
Nunca fue culpa tuya que ese chico inmaduro no tuviera la capacidad de darte lo que te mereces.
Tú no tienes la culpa de que él no supiera lo que quería y no pudiera decidirse por ti.
No te voy a mentir. Eres culpable de permitir que te siga tratando así, después de darte cuenta de que nunca será el hombre que necesitas. Lo entiendo.
Seguías esperando que cambiara, pero todo seguía igual.
Sin embargo, no tiene sentido pensar ahora en el pasado. Lo que pasó, pasó, y lo único que puedes hacer es aprender de ello.
En lugar de dejar que esta experiencia te arruine sin remedio, tómatela como una lección. Aprende a evitar el tipo de hombres que son claramente jugadores y que obviamente te aplastarán el corazón.
Lo más importante, enséñate a no conformarte nunca con menos de lo que mereces. Date cuenta de que no es aceptable ser el último recurso de alguien y no dejes que otro hombre te trate nunca como tal.
Sólo cuando alcances esta mentalidad verás que el final de esta situación es ciertamente no es el final de tu vida - en realidad es una oportunidad para tu nuevo comienzo.
Sólo entonces estarás preparada para conocer a un hombre que no sólo te tratará como su primera opción, sino como su única opción.
Un hombre que siempre estará seguro de ti, no tendrá dudas sobre sus sentimientos y te hará sentir segura y querida.