¿Qué son las emociones reprimidas?
Cuando se es una persona emocionalmente reprimida, probablemente no se es consciente de ello.
Pero lo cierto es que se trata de una afección médica en la que le resulta casi imposible expresar sus sentimientos, sobre todo cuando se siente incómodo.
No es sólo que escondas tus emociones: intentas evitarlas y huir de ellas conscientemente porque no sabes cómo manejarlas adecuadamente. Pero estos sentimientos no desaparecen en el proceso.
En cambio, se embotellan dentro de ti y suelen causarte numerosos problemas, que ni siquiera ves.
Si todo lo que acabas de leer se aplica a tu personalidad, enhorabuena porque has dado el primer paso al llegar al lugar adecuado.
¿Y sabe por qué? Porque estás a punto de leer la mayoría de los síntomas a los que se enfrentan casi todas las personas emocionalmente reprimidas, que te ayudarán a diagnosticarte a ti mismo.
Y eso no es ni siquiera la mejor parte, porque usted también está recibiendo 10 formas exitosas para hacer frente a su condición.
¿Cuáles son los signos y síntomas de las emociones reprimidas?
1. No te escuchas a ti mismo
¿Cuándo fue la última vez que realmente te prestaste atención? ¿La última vez que realmente seguiste a tu corazón y la última vez que tuviste una charla cara a cara? Apuesto a que no te acuerdas.
Pues déjame decirte que una de las primeras señales de que estás reprimido emocionalmente es el hecho de que no estás en contacto contigo mismo.
No realizas ninguna autointrospección y no escuchas tu voz interior ni tu lado subconsciente.
Incluso cuando notas que algo está pasando y que te sientes mal, no investigas la causa de esta energía emocional que has estado sintiendo.
En lugar de eso, optas por ignorarlo, pensando que así desaparecerá por arte de magia.
2. Le avergüenzan la ira y la tristeza
Si eres hombre, de pequeño te enseñaron que los niños no lloran.
Te enseñaron que hombres de verdad rara vez están tristes y que siempre afrontan la vida manteniéndose firmes sobre sus propios pies.
Te enseñaron que mostrar tus debilidades y tu lado vulnerable no es cosa de hombres y, con el tiempo, has adoptado este patrón de conducta.
Por otro lado, si eres mujer, probablemente te hayan enseñado que las chicas nunca deben perder los nervios.
Te decían que no te comportabas como una mujer de verdad cada vez que mostrabas tu enfado o nerviosismo.
Y aunque quizá no seas consciente de ello, esas opiniones te moldearon para ser la persona que eres hoy.
Cuando eras pequeño, te enseñaron que la ira y la tristeza son emociones negativas y ahora, de adulto, te avergüenzas de ellas.
Bueno, déjame decirte una cosa: no existen las emociones buenas y malas.
Sientas lo que sientas, tienes derecho a sentirlo y no debes justificarte por experimentar una emoción determinada.
3. Nunca hablas de tus emociones
Otro síntoma importante de la represión emocional es el hecho de no compartir tus emociones con nadie.
No me malinterpretes: no estoy diciendo que debas ir por ahí contando tus miedos más profundos, tus esperanzas, tus aspiraciones y tus secretos más oscuros a todo el que se cruce en tu camino.
Pero lo cierto es que seguro que tienes unos cuantos amigos íntimos y familiares.
Sin embargo, tampoco les hablas de tus verdaderos sentimientos.
Incluso cuando lloras, nunca lo haces delante de ellos. En lugar de eso, prefieres lidiar con todas tus cosas tú solo, sin involucrar a nadie más.
¿Ha pensado alguna vez por qué es así? ¿Te da vergüenza sentir? ¿Crees que la gente a tu alrededor ridiculizará tus sentimientos?
¿Confías en ellos? ¿O crees que pueden utilizar en tu contra que te abras a ellos?
4. Estás vigilado
¿Te han llamado vigilado en el pasado? Pero no me refiero al hecho de que una persona se lo haya dicho.
Me refiero al hecho de que tengas fama de ser una persona cerrada y reservada y que casi todo el mundo piense así de ti.
No me malinterprete, no estoy diciendo que esto sea una mala característica suya, porque simplemente forma parte de su personalidad.
No te estoy diciendo que lleves el corazón en la manga en todo momento. Pero lo cierto es que esta cualidad tuya tiene que tener algún trasfondo y un motivo.
Sé que probablemente estás intentando proteger tu corazón para que no te lo rompan y que eres demasiado cuidadoso con la gente, pero el hecho es que has construido estos muros a tu alrededor y que no dejas entrar a casi nadie.
Puede que no sea consciente de ello, pero lo cierto es que a menudo parece como si llevara una armadura de acero inquebrantable.
Y éste es también uno de los primeros signos de una persona emocionalmente reprimida.
5. Siempre estás "bien
Una de las principales características de las personas emocionalmente reprimidas es el hecho de que nunca dirán en voz alta cuando algo les molesta.
En cambio, cuando la gente te pregunte cómo te ha ido o si necesitas ayuda, siempre responderás que estás bien y que no necesitas nada.
Pero admitámoslo: todos tenemos días buenos y menos buenos. Todos tenemos días en los que no estamos nada bien.
Sin embargo, prefieres terminar una conversación sobre tus sentimientos asegurando a todo el mundo que estás bien en lugar de darles la oportunidad de indagar en tus emociones.
Pero, ¿te has preguntado alguna vez si al hacerlo estás mintiendo a todos los que te rodean? ¿O si también te estás mintiendo a ti mismo?
¿Intenta convencerse de que no hay nada de qué preocuparse y de que se encuentra perfectamente, aun cuando en el fondo sabe que no es así?
Estoy bastante seguro de que la respuesta es sí y eso es un claro indicador de que reprimes tus verdaderos sentimientos.
6. Guardas rencor
Cuando reprimes tus emociones, tienes la costumbre de guardar rencor durante mucho tiempo, incluso por cosas sin importancia.
La verdad es que no procesas cuando alguien cercano te hace daño o te hiere porque estás seguro de que el sentimiento de decepción o reprimido ira desaparecerá con el tiempo, si decides ignorarlo.
Y este enfoque sólo funciona a corto plazo, porque en realidad tus sentimientos siguen acumulándose y acabas actuando con excesivo resentimiento.
No perdonas a tiempo a la gente por tu incapacidad de afrontar lo que pasó en tu relación con alguien y eso te trae más mal que bien.
Aunque no seas consciente de ello, lo cierto es que, con el tiempo, te convertiste en prisionero de esos sentimientos y a la única persona a la que estás causando daño es a ti mismo.
Recuerda, el perdón trae liberación y es mejor hacerlo a tiempo.
7. Le han acusado de ser pasivo-agresivo
¿La gente siempre te ha acusado de ser pasivo-agresivo? Si la respuesta es afirmativa, existe la posibilidad de que su potencial comportamiento pasivo-agresivo es una consecuencia de sus emociones reprimidas.
Es más que evidente que no tienes la capacidad de afrontar tus problemas a tiempo.
Te cuesta decirle a la gente lo que te molesta en el momento exacto en que te sientes mal y no sabes cómo discutir de forma productiva.
Pero todo lo que sientes está guardado en algún lugar muy dentro de ti y no desaparece por arte de magia si actúas como si no estuviera ahí.
Por eso, a veces, castigas inconscientemente a tus seres queridos ignorándoles o guardándoles silencio cuando hacen algo que te molesta.
8. Explotas por pequeñeces
Otra señal de que estás reprimiendo tus emociones es el hecho de que tienes la costumbre de explotar por cosas sin importancia.
Si te paras a pensarlo, ninguna de las peleas que tienes con tus seres queridos es por cosas importantes para ti.
En lugar de eso, reprimes tus verdaderas emociones y no las muestras a tiempo y luego pierdes los papeles por la cosa más insignificante.
Y claro, todo el mundo piensa que estás exagerando y exagerando cuando montas un escándalo por algo que nadie más haría.
Esto es especialmente sorprendente viniendo de ti, ya que eres conocido por ser alguien que no tiene tendencia a reaccionar ante las cosas más grandes, y mucho menos a exagerarlas.
Pero lo que la gente no sabe es que tus reacciones siempre tienen un trasfondo más profundo.
Y para ser sinceros, tampoco pueden saberlo. Nadie puede leerte la mente y nadie puede saber por arte de magia cuándo te molesta algo a menos que lo verbalices.
No puedes esperar que las personas cercanas a ti entiendan que les estás atacando ahora por algo que hicieron el mes pasado.
¿Cuáles son las mejores formas de tratar las emociones reprimidas?
1. Sé consciente de que tienes un problema
El primer paso para resolver cualquier problema, incluido éste, es aceptar que el problema es real y que existe. No hay nada vergonzoso en ser una persona emocionalmente reprimida.
Sí, forma parte de lo que eres, pero también te trae muchos problemas en la relación con los demás y, sobre todo, en la relación que tienes contigo mismo.
Así que lo primero que debes hacer es mirar a la verdad a los ojos y admitirte a ti mismo que a veces reprimes tus emociones.
Y más aún que esto te esté causando más problemas de los que eres consciente.
2. Recuerda que eres humano
Una vez que haya reconocido que el problema existe, es hora de empezar a buscar la manera de resolverlo.
Y el primer paso para hacerlo es aceptar que sólo eres un ser humano, hecho de carne y hueso.
Recuerda: ninguno de nosotros es perfecto y nadie espera que tú lo seas, aunque nunca debes pensar que tus sentimientos son tus imperfecciones.
No eres un superhombre y tienes más que permitido tener un mal día o sentirte mal, incluso sin una razón especial.
Nadie se burlará de ti por mostrar tu lado vulnerable y las personas que merecen un lugar en tu vida nunca usarán tus debilidades en tu contra.
Mereces tener a alguien que pueda ser tu hombro sobre el que llorar y alguien que te escuche cuando lo necesites.
3. Encuentra tiempo para ti
Pero seamos realistas: no puedes compartir tus sentimientos con las personas cercanas si antes no eres consciente de ellos por ti mismo. Así que lo que tienes que hacer es reconocer tus emociones.
Tus sentimientos existen, son reales y no se van a ir a ninguna parte, por mucho que intentes ahuyentarlos.
Así que en lugar de dejar que se amontonen y en lugar de intentar huir de ellos, sin ningún éxito, la única opción que tienes es mirarlos a los ojos e intentar afrontarlos de la mejor manera posible.
Y la mejor manera de hacerlo es encontrar tiempo para ti. Sé que llevas una vida ajetreada, pero recuerda que es importante para tu salud física y mental, así que haz lo posible por encontrar tiempo para estar a solas con tus pensamientos.
No te voy a mentir: a veces puede dar miedo. Así que respira hondo porque estás a punto de enfrentarte a todos tus demonios internos y, para ser sincero, ni siquiera estás seguro de lo que te espera en las profundidades de tu propia personalidad. Pero hay que hacerlo.
Y cuando hablo de tiempo "para ti", no digo que debas dormir, ver la tele, leer un libro o escuchar música.
La clave está en dejar de prestar atención a todo lo que pueda llamar tu atención y alejarte de ti mismo.
Una vez que encuentres ese momento, escucha atentamente tu voz interior. ¿Qué te dice? ¿Qué es lo que más te duele? ¿Qué es lo que te hace feliz?
¿Cuáles son sus miedos? ¿Cuáles son tus sueños y esperanzas más locos que no te atreves a decir en voz alta?
Dese respuestas a cada una de estas preguntas y no se precipite.
Piensa en estas cosas a fondo porque esto es todo de lo que has estado huyendo desde que tienes uso de razón.
4. Aprender a llorar
Sé que piensas que el mayor signo de tu valentía es el hecho de que nunca lloras, ni delante de los demás ni siquiera cuando estás solo, y que casi nunca estás verdaderamente triste.
Nunca te derrumbas e incluso cuando sientes que podrías llorar, te endureces y no permites que tus lágrimas afloren.
Pero eso no significa que seas valiente. Siento ser yo quien te lo diga, pero eso sólo significa que no eres lo bastante valiente como para enfrentarte a tus emociones, incluso cuando no te gustan. En lugar de eso, eliges huir cobardemente de ellas.
Porque, admitámoslo, a veces te enfrentas a cosas que deberían entristecer a todo ser humano.
¿Y crees que todas tus lágrimas reprimidas desaparecen? No, no desaparecen. Permanecen embotelladas dentro de ti.
Y precisamente por eso ha llegado el momento de que aprendas a llorar. Incluso cuando no tengas ganas de llorar, porque probablemente hayas olvidado cómo hacerlo, hazte llorar.
Piensa en un recuerdo triste y deja que te consuma por completo. Escucha una canción patética que te recuerde a alguien que has perdido. Oblígate a llorar desconsoladamente de una forma u otra.
Simplemente hazlo. Y cuando empieces, no te contengas. Grita, si tienes ganas de gritar.
Solloza y deja salir todas esas lágrimas. No, no eres patético ni un llorón, solo eres un ser humano.
5. Aprender a reír
Cuando guardas tus emociones dentro de ti, no puedes elegir cuáles reprimir y cuáles dejar salir.
En consecuencia, también te olvidas de ser feliz, porque te esfuerzas por no mostrar ningún sentimiento.
Por lo tanto, lo siguiente que debes aprender a hacer es reírte sin ningún motivo concreto.
Piensa en algo que sepas que te hará sonreír. Créeme, te hará sentir mucho mejor.
6. No ignores tus emociones
Una vez que empiezas a enfrentarte a tus emociones, lo peor que puedes hacer es tenerles miedo y empezar a ignorarlas de nuevo.
En lugar de eso, acepta tus sentimientos como parte de ti mismo y no te cierres nunca a ellos.
Cuando me siento como una ruina emocionalPermítete llorar. Cuando estés enfadado, permítete estarlo, sin poner en peligro tu vida ni la de los que te rodean. Y cuando estés feliz, simplemente sé feliz.
No compares tus sentimientos con los de los demás. No pienses si deberías estar sintiendo algo o si tus emociones en un momento dado son apropiadas. No pienses en encajar en una caja o en actuar de forma socialmente apropiada.
Sé tú mismo siempre que te apetezca. Recuerda: nadie te juzgará por ello.
E incluso si lo hacen, sólo significa que no merecen un lugar en tu vida.
7. No te juzgues
Cuando dejes de preocuparte por las opiniones y los juicios de los demás, será hora de que dejes de juzgarte a ti mismo.
Olvida todo lo que te enseñaron de niño y deja de considerarte demasiado débil para sentir.
En cambio, es hora de que te sientas orgulloso de tu propia fuerza y de haber llegado hasta aquí.
Después de todo, por fin has mirado a los ojos a todos tus demonios interiores y estás preparado para aceptarlos o para luchar contra ellos.
En cualquier caso, por fin has llegado a la fase en la que estás dispuesto a enfrentarte a tus emociones, te guste o no.
8. Mimarse
El siguiente paso para manejar tus emociones reprimidas es empezar a mimarse.
No estoy diciendo que debas volverte egoísta de la noche a la mañana, porque nunca es así.
Sólo te aconsejo que no seas tan dura contigo misma. Nunca te trates peor de lo que tratas a los demás.
¿Recuerdas cómo observas a tus seres queridos y cómo has aprendido a reconocer sus emociones, incluso cuando no las expresan?
¿Sabes que estás dispuesto a hacer lo que sea para devolverle la sonrisa a alguien cuando ves que se siente mal?
Entonces, ¿por qué no te tratas a ti mismo de la misma manera? Al fin y al cabo, eres la persona a la que más deberías querer en este mundo y a la que deberías tratar con más cariño.
9. Encontrar un amigo de confianza
Otra cosa que puede ayudarte a manejar tus sentimientos reprimidos a largo plazo es encontrar a una persona en la que puedas confiar pase lo que pase.
Seguro que tienes a ese alguien especial en tu entorno y tú también lo verías, si hubieras estado atento.
Esta persona puede ser su otra mitad, un familiar o su bestie-sólo es importante que sean tus amigos, en el verdadero sentido de la palabra.
Aunque seas tú quien tenga que manejar sus propias emocionesLa verdad es que somos seres sociales y siempre es más fácil compartir nuestros problemas con alguien que está dispuesto a escucharnos.
No te avergüences de compartir tus sentimientos con esa persona especial porque te hará sentir mejor y te servirá de valiosa práctica para seguir verbalizando y expresando tus emociones.
10. Agradece
Por último sé agradecido por tener todos estos sentimientos. Agradece que hayas logrado encontrarlos y por ser lo suficientemente fuerte para afrontarlos de la manera correcta, porque éste es el único camino hacia la libertad emocional completa.
No pienses en ninguna experiencia o emoción como algo negativo. Por el contrario, considéralas lecciones valiosas que te han ayudado a convertirte en la persona que eres hoy.