Cuando pienso en retrospectiva, me veo a mí misma como una chica ingenua que simplemente no sabía lo que le estaba pasando.
Quiero volver a ese momento y darme un abrazo. Quiero proteger a esa niña del dolor que le espera.
Cuando te conocí, recuerdo que pensé que eras el hombre más perfecto que jamás había conocido. Tu sincronización era perfecta y me asombraba todo lo que hacías.
Mi fantasía sobre un hombre que me llevaría de la mano y me amaría toda la vida se estaba haciendo realidad. No podía saciarme de ti: tu forma de hablar, de andar, de llamarme tuya... Estaba tan enamorada de ti.
Estaba tan enamorada de ti que ni siquiera me di cuenta cuando empecé a empequeñecerme para complacerte.Las cosas empezaron a ir cuesta abajo lenta pero inexorablemente y no me di cuenta.
Empezaste a dar por sentado mi amor. Usaste mi amor como excusa para hacer lo que te apetecía.
Cuando empecé a darme cuenta de que me estabas utilizando, ya estaba muy hundida en el abandono y la falta de autoestima. Me hiciste creer que era menos que tú. Me hiciste pensar que sin ti no valía nada.
Me convertí en prisionera de mi amor. Al menos de lo que yo creía que era amor. Mirando hacia atrás ahora entiendo que era miedo.
El miedo a no defenderme. El miedo a que nada sea suficientemente bueno. El miedo a perderme.
Te amé tanto que puse todo mi valor en ti. Te creí cuando dijiste todas esas cosas. En realidad creía que sabías más de mí que yo misma.
Me traicioné a mí misma por el hombre que creía conocer, el hombre que creía necesitar. Rompí mi propio corazón amándote, intentando comprenderte y dándote una segunda oportunidad.
Me rompiste el corazón cuando empecé a creer que eras más valioso que yo. Me hiciste creer que no podía lograrlo por mí misma. Me hiciste creer que te necesitaba para sentir que valía la pena.
De ser una mujer feliz, me convertí en una mujer con el corazón roto. Me sentí tan vacía por dentro. Me sentía tan prisionera de mis propios sentimientos y tú siempre te asegurabas de empeorarlo aún más.
Con tu falta de cuidado, minimizando mis sentimientos e ignorando mis necesidades, estabas infligiendo mi dolor.
Yo no te importaba, sólo te importabas a ti mismo. Te sentías segura cuando me controlabas.
Cuando me di cuenta de que mi miseria se debía a tu egoísmo y no a mi insuficiencia, por fin tuve fuerzas para seguir adelante. Me llevó un tiempo, pero me hice lo bastante fuerte para dejarte atrás.
Era tan difícil creer que eras la persona que más daño me hacía. Mi cerebro y mi corazón se negaban a aceptarlo.
Ahora quiero que mi corazón vuelva a ser como era. Lo quiero entero y sano.
Me niego a que mi corazón sufra por alguien que ni siquiera me quería, por alguien a quien no le importaba.
No me importan tus disculpas y no me importan tus sentimientos. Es demasiado tarde. Tuviste tu oportunidad y la desperdiciaste.
Estoy empezando las cosas de nuevo. Estoy cuidando de mí misma y de mi corazón. Me hice la promesa de que mi corazón es lo más preciado que tengo y no voy a regalarlo a menos que alguien realmente lo merezca.
No voy a enamorarme de alguien que no demuestre ser digno de mi amor, alguien que me trate como si no tuviera mente propia.
Quiero a alguien que luche por mi amor y me cuide como si fuera la última chica de la tierra.
Quiero a alguien que reconozca y admita mis sentimientos sin hacerme sentir loca.
Por último, quiero a alguien que me haga sentir segura para amar plenamente sin preocuparme de si mi amor será correspondido.
Hasta entonces me amaré a mí misma y me curaré, sabiendo que merezco ser amada tal y como soy y no necesito a un hombre para demostrarlo.