Dicen que todo amor verdadero debe ser incondicional. Cuando amas a una persona, la amas entera y completamente, sin hacer preguntas.
Les quieres con todos sus defectos e imperfecciones. Los aceptas exactamente como son y nunca intentas cambiar su esencia.
Los quieres igual en lo mejor y en lo peor. Al menos, así es como deberían ser las cosas, ¿no?
Y así es como te amé. Te quería, pasara lo que pasara y a pesar de todo.
Y Todavía te quierode eso no hay duda. Te quiero aunque la verdad es que no quiero quererte.
Aunque lucho contra mis sentimientos, de algún modo siempre salen fortalecidos y de algún modo siempre ganan.
De algún modo, mi corazón siempre gana a mi razón y, aparentemente, no hay nada que pueda hacer al respecto, por mucho que lo intente.
Quiero que sepas que, lamentablemente para mí, este profundo y enorme amor que siento por ti poco o nada tiene que ver con todo lo que voy a contarte.
Pero eso no significa que no vaya a decirlo.
La verdad es que no me gusta la persona en la que te has convertido, aunque Todavía quiero a esa persona.
Para ser sincero, no sé cómo es posible. ¿Cómo puedes amar a alguien sin que te guste?
Bueno, yo mismo no sé la respuesta, pero es exactamente lo que siento. Y no fue así desde el principio.
Me enamoré de ti por tus cualidades y por el hombre que solías ser.
Me enamoré de tu honestidad, de la fuerza de tu carácter y de tu personalidad, entre otras cosas.
Me enamoré de ti porque eras un hombre de verdad que sabía apreciar los valores reales y que sabía respetarme.
Cuando te conocí, pensé que por fin había encontrado todo lo que buscaba.
Por supuesto, no estoy tratando de decir que eras este chico perfecto porque definitivamente tenías tus defectos, igual que yo.
Pero esencialmente, sabía que eras una persona buena, cariñosa y atenta.
Y con el tiempo, has cambiado y todo en ti cambió. Y te has convertido en todo lo que juraste que nunca llegarías a ser.
Me da miedo admitirlo y decirlo en voz alta, pero me parece que te has convertido en un mal tipo, en una mala persona, y eso es algo que me cuesta aceptar.
No sé qué te ha pasado y si tu cambio de carácter ha tenido algo que ver conmigo.
No sé si éste era tu verdadero yo todo el tiempo y si sólo pretendías ser alguien que no eras hasta que viste que me tenías a mí, pero el hecho es que no me gusta el hombre en el que te has convertido.
El hecho es que no me gustaría que fueras mi amigo y que no me gustaría tenerte en mi vida si no te quisiera.
El hecho es que no me gusta este hombre egoísta que sólo cuida de sí mismo y que siempre se pone en primer lugar.
Que no me gusta cómo te has vuelto indiferente hacia las emociones de los demás y el hecho de que te has vuelto inmune al dolor que me has estado causando.
Que no me gusta que hayas empezado a darme por sentado y que hayas dejado de esforzarte en nuestra relación, como si yo tuviera que permanecer a tu lado, pase lo que pase.
Es como si de repente te hubieras convertido en ese hombre tóxico, negativo y amargado que disfruta manipulando y haciendo daño a los demás, sin pensar en las consecuencias.
Pero sobre todo, no me gusta la persona en la que te has convertido porque sigues actuando como si me hubieras perdido todo el respeto.
Es más que obvio que no aprecias ninguno de mis sacrificios y las cosas que he hecho por nuestra relación.
Es como si deliberadamente siguieras encontrando formas de herirme y de disminuir mi valor. Es como si disfrutaras rompiéndome el corazón.
Y lo peor es que ya no puedo reconocerte. Porque definitivamente no eres el hombre del que me enamoré.