Te rendiste conmigo cuando no me puso como su anteriority más. Cuando ya no era importante para ti.
Cuando todo lo demás estaba antes que yo. Cuando no te importaba dónde estaba o qué hacía.
Cuando otras personas estaban más arriba que yo en tu lista de prioridades. Yo era el que debería haber estado al principio de tu lista y, de alguna manera, seguía siendo el último.
Me abandonaste cuando permitiste que tu amor se desvaneciera. Cuando te aburrías, cuando no querías probar cosas nuevas.
Cuando contabas con que ese amor que nos dimos al principio se quedaría para siempre y que ya no tenías que hacer nada.
Seguí encontrando nuevas razones para enamorarme de ti y nuevas formas de demostrártelo. Elegiste vivir en la gloria de tu antigua fama.
Te rendiste conmigo cuando se negó a hacer ningún esfuerzo real en nuestra relación.
Era más divertido quedarse en casa que salir. Era más interesante pedir comida a domicilio que cocinar juntos.
Siempre era más interesante pasar tiempo con los demás que pensar en cómo pasar tiempo de calidad a solas conmigo.
¿Por qué molestarse en hacer algo cuando ya estamos juntos?
No más flores, no más mensajes de buenos días, no más besos de buenas noches, no más seducción. Nos dejaste caer en la rutina de las viejas parejas cuando estábamos lejos de ser viejos.
Te diste por vencido conmigo cuando se volvió irrelevante para ti perderme.
Cuando ya nada de lo que hacía era importante para ti. Cuando no te importaba dónde estaba, con quién o cuánto me dolía.
Cuando no te importaba si me quedaba o si me iba. Me abandonaste de tal manera que me hizo preguntarme si alguna vez fui realmente importante para ti.
Me esforcé tanto por mantenernos juntos.
Luché durante mucho tiempo y luché hasta que ya no me quedaba aire en los pulmones, ni fuerzas para levantarme, hasta que me cansé demasiado incluso para formar una frase en mi cabeza.
E incluso entonces mis pulmones seguían respirando por ti, mis piernas corrían hacia ti, mis brazos estaban abiertos sólo para ti y la única que tenía en mi cabeza eras tú.
Siempre estabas en mi mente, seguía intentando encontrar nuevas formas de hacer que me vieras, de que te dieras cuenta de lo mucho que me esforzaba y de lo mucho que me importabas.
Pero no me apreciaste. No te importaba que siempre estuviera a tu lado. Mis esfuerzos no significaban nada para ti.
Nada de lo que hice fue importante y nada de lo que hice pudo despertar a la antigua tú. Es como si el chico del que me enamoré hubiera desaparecido hace tiempo, sólo que yo estaba demasiado ciega para verlo.
No podía importarte menos si era feliz o desgraciada. Todo lo que estaba ocurriendo me estaba abriendo el corazón.
No te importaba si me sentía miserable o cuánto me dolía o cada vez que veía que no te importaba tanto como antes.
Que no significaba para ti ni la mitad de lo que tú significabas para mí.
Te hartaste de todo tan fácilmente.
Y no hiciste nada al respecto. Lo dejaste pasar como si nada fuera sagrado para ti, como si lo que habíamos pasado no significara nada para ti.
Si alguien se mete una piedra en el bolsillo, al cabo de un tiempo acaba creciendo en su corazón, pero no contigo.
Todo es lo que sea para ti, todo es temporal y no tiene gracia al cabo de un tiempo.
Pero yo no tuve ese lujo.
Porque soy diferente. Y cuando amo, amo hasta el final. No me permito cansarme, no me permito aburrirme y nunca me rindo.
Seguiré luchando mientras haya algo por lo que luchar. Mientras tenga sentido. Luché desesperadamente.
Luché por ti como si mi vida dependiera de ello. Lo intenté y lo seguí intentando.
Seguí encontrando esperanza donde nadie pensaba buscar, me quedé a tu lado cuando cualquier otro se habría marchado hace mucho tiempo.
Me negaba a creer que tu amor tuviera fecha de caducidad. Pero he dejado de ser tan ciega.
Tardé en darme cuenta de que no debía luchar por un hombre que ya tiene una pierna fuera.
No me abandonaste porque hubiera hecho algo malo. No me abandonabas porque fuera demasiado pegajosa o porque te decepcionara.
Te estabas rindiendo porque comprometerse con una sola persona significa realmente intentar cada día mantener el amor encendido. Y esto es demasiado para ti.
Me toca rendirme.
No pasa nada, lo entiendo. Te aburriste, no quisiste intentarlo más, viste lo que yo aportaba y esperabas que las cosas fueran bien aunque dejaras de intentarlo.
Y cuando no lo estaban, en vez de despertarse, decidiste abandonar.
Ahora me toca a mí rendirme. Ahora es mi turno dejar de luchar para alguien que no quiere quedarse, para alguien a quien no le importa.
Me rindo en mi tarea diaria de ser el único que realmente se preocupa. Ahora me toca a mí hacerte a ti exactamente lo que tú me hiciste a mí.
Guardaré mis esfuerzos para alguien que los note. Guardaré mi amor para quien no lo dé por sentado.
Y lucharé por alguien que no me abandone tan fácilmente.
Véase también: Así es como ella va a renunciar a ti