¿Sabes lo que se siente al echar de menos a alguien hasta los huesos? Sientes que quieres morir y que cada respiración te causa un dolor enorme.
Y cuando digo dolor, quiero decir dolor de verdad.
Te sientes como si tuvieras un gran cuchillo clavado en el estómago y no puedes hacer nada para facilitarte las cosas.
Sientes como si alguien te hiriera físicamente cada vez que piensas en esa persona.
Y piensas en ellos todo el tiempo. Piensas en ellos cada segundo de cada minuto de cada día.
Esta persona es lo primero que se te pasa por la cabeza nada más despertarte y la última imagen que ves cuando estás a punto de irte a dormir.
Y no, el tiempo no mejora las cosas para ti. Al contrario, sientes que los echas más de menos cada día que pasa sin ellos a tu lado.
Y harías literalmente cualquier cosa en tu poder sólo para tenerlos de vuelta. Sólo para besarlos una vez más o para ver cómo te sonríen.
¿Pero adivina qué? Estoy seguro como el infierno que te extraño pero no siento ninguna de estas cosas. Sí, he pasado por todo esto pero ese periodo ya ha quedado atrás.
Ahora sé que lo peor ha pasado y sé que no moriré sin ti en mi vida. Ahora sé que te he sobrevivido.
Pero el estado en el que me encuentro actualmente es quizás incluso más peligroso que esto que estoy describiendo. Y es definitivamente más permanente.
¿Recuerdas lo que más te gustaba de mí?
¿Sabes que siempre estaba lleno de emociones? ¿Cómo siempre me decías que a veces actuaba como un niño pequeño?
¿Recuerdas cómo podías ver cada una de mis emociones en mis ojos?
¿Recuerdas cómo lloré? ¿Y también cómo me reía? ¿Cómo me enfadaba? ¿O temía acabar perdiéndote?
¿Recuerdas que no me costaba expresar lo que sentía y que era una chica que sabía abrazar tanto su alegría como su tristeza?
¿Recuerdas cómo disfrutaba de cada bocanada de aire? ¿Cómo esperaba cada nuevo día?
Will, ¿adivina qué? No morí cuando me dejaste pero la chica que solía ser sí. Simplemente dejó de existir y tú la mataste.
La verdad es que me he vuelto completamente indiferente desde que me dejaste y desde que terminó mi fase de duelo.
Y eso es lo que estoy tratando de decirte-Ya no siento tristeza por tu marcha.
Ya no lloro y no siento que vaya a echarme a llorar cada vez que alguien te menciona.
No siento que mi corazón se rompe de nuevo cada vez que pienso en ti.
Simplemente no siento nada.
Y alguien podría pensar que esto es algo estupendo. Que esto significa que Por fin te he superado.
Pero el hecho es que no siento nada por nada en mi vida. Todo lo que siento es un enorme vacío.
Siento que a mi vida le falta color y que se ha vuelto en blanco y negro sin ti en ella.
Sí, viéndolo desde una perspectiva más brillante, ya nada puede entristecerme. No me hago daño tan fácilmente.
No me sorprendo cuando alguien me decepciona o me abandona. Pero, por otro lado, tampoco nada me hace feliz como antes.
Ya no me emociono con las pequeñas cosas. He olvidado cómo disfrutar de la puesta de sol o del olor del océano.
Había olvidado lo que es emocionarse por algo que has conseguido. Había olvidado lo que se siente al estar orgulloso de uno mismo.
Olvidé lo que se siente al tener esperanza.
La verdad es que esto me ha salvado de mucho dolor emocional, pero también me ha hecho sentir como si fuera una criatura mecánica, que realiza las actividades y tareas cotidianas sin el menor signo de emoción -positiva o negativa-.
La verdad es que todo esto me ha hecho olvidar cómo amar.
Sí, me ha ayudado dejar de quererte. Pero también me ha hecho olvidar cómo amar a los demás. Y, sobre todo, me ha hecho olvidar cómo amarme a mí misma.