Lo único peor que una mujer enfadada es una mujer que no siente nada.
Cuando una mujer llega al punto de no sentir nada, es cuando sabes que has perdido todas tus oportunidades y que la has perdido para siempre.
No hay forma de recuperarla o hacer que se quede, se ha ido porque ya no hay nada para ella.
Las mujeres son dadoras y cuidadoras, pero una vez que no tienen nada que dar y tú no tienes nada que dar a cambio, han terminado contigo.
Cruzaste todas las líneas, y había muchas.
Ojalá pudiera decir que está enfadada, o disgustada, pero esa parte del proceso de duelo hace tiempo que pasó.
Ya pasó noches en vela esperando que cambiaras, pero no hiciste nada.
Se curó con su ira, con sus lágrimas, y ahora la han liberado.
Se permitió llorar y despedirse de los sueños que tuvo contigo.
Ahora sabe que la única persona con la que puede contar es ella misma.
Por eso decidió cuidar de sí misma. Decidió recuperar su poder y guardarla donde debe estar: en ella misma.
No hay nada más triste y liberador al mismo tiempo que el hecho de que, efectivamente, se puede sobrevivir a todo.
Uno se acostumbra a todo, incluso a que se aprovechen de uno y a seguir adelante después de haber sufrido un gran desamor.
Puede sobrevivir a ambas. Así que prefirió elegir la segunda opción.
Se hartó de tus respuestas tardías, tus respuestas vagas y tu evasión de preguntas sencillas.
Se hartó de tener que decidir siempre todo ella sola, incluso cuando deberías haber estado a su lado y haberla ayudado.
Se hartó de pensar que erais un equipo cuando en realidad ella era la única que se esforzaba.
¿Y qué hay de todo el acoso casual y la luz de gas de los que se pasaba las noches sintiéndose culpable?
Nadie se merece que le falten al respeto a diario y que luego actúen como si todo fuera bien cuando no es así.
Las mujeres no deben ser madres de sus parejas ni obedecer sus órdenes.
El amor es intercambio mutuo y apreciación del otro.
Lo bueno es que siempre puede optar por abandonar una situación que le hace daño.
Siempre puede optar por recuperar su poder, y así lo hizo.
Aunque se sentía débil e indefensa, en el fondo sabía que no lo era. Sabía que hay mucho más en ella.
Sabía que las cosas que le pasaron no la definen. El hombre al que amaba no la define. Los problemas que tuvo no la definen.
Sabía que todo el mundo tiene derecho a cambiar y a ser lo que quiera ser.
Cuanto menos pensemos en el pasado, más oportunidades veremos ante nosotros.
Por eso decidió pasar página por completo y cerrar el capítulo de su vida.
Es porque sabía que hay más en la vida que un amor a medias y hombres poco fiables, hay algo más en la vida que sentirse enjaulada y esperar algo que nunca sucederá.
Esperar un cambio es lo que la hizo pasar el corte final.
Cuanto menos sentía, más libre era. Y se enamoró de ello, se enamoró de la libertad y de su propio poder.
Aprendió que ningún hombre vale su cordura, su libre albedrío, su libre expresión y sus lágrimas.
En lugar de eso, decidió vivir su vida de una forma en la que sus sentimientos fueran acogidos y respetados, tanto si eso incluye a los hombres como si no.
Decidió volver a sentir por sí misma y lo hizo: No está enfadada, no está disgustada; Esta vez - sólo se ama a sí misma.