¿Cómo pudiste no ver lo mucho que me esforzaba por ti? ¿Cómo pudiste permanecer indiferente a las cosas que hice por ti? ¿Cómo pudiste ponerme en último lugar cuando todo lo que hice fue ponerte en primer lugar?
¿Cómo no viste que eras todo lo que yo quería?
Durante tanto tiempo me moría sólo por hacerte feliz. Ahora, cuando miro hacia atrás, veo que no hay nada que no hubiera hecho, nada que no hiciera, sólo para satisfacerte.
Siempre estuve ahí para ti.
Yo era tu llamada de las 2 de la mañana y de las 2 de la tarde. Yo era la que siempre contestaba a tus llamadas aunque ignoraras todas las mías, yo era la que siempre respondía inmediatamente a tus mensajes de texto aunque me dejaras en leído.
Siempre fuiste lo primero, antes que yo, antes que nadie.
Siempre se trataba de lo que tú necesitabas. Las necesidades de los demás nunca eran relevantes. Esperabas que apareciera cada vez que me necesitabas y, por tonta que fuera, lo dejaba todo y corría a salvarte. Lo que importaba era que estuvieras bien, al final haría que las cosas funcionaran para mí, siempre y cuando fueras feliz.
Durante mucho tiempo me prendí fuego sólo para mantenerte caliente.
Me descuidé a mí misma, mis necesidades, era un desastre emocional y aún así te di pedazos de mí para que estuvieras completo.
Dicen que la forma en que te tratas a ti mismo marca la pauta para los demás. Y dejé claro que tú eras lo primero, incluso a costa de mi vida. Dios, estaba tan enamorada de ti, estaba tan cegada por mis sentimientos, que sentía que todo mi mundo giraba alrededor de una persona y esa persona eras tú.
No importa cuántas veces te fueras, siempre te recibiría con los brazos abiertos. A pesar de lo mucho que me heriste, siempre encontré una forma de justificar tus acciones. A pesar de lo destrozada que estaba, siempre encontraba la fuerza para luchar por ti y salvarte. Pero sólo hasta aquí.
Me agoté. Me cansé. Acabé con las manos vacías. Te di literalmente todo de mí hasta que no me quedó nada.
Esta tortura siguió y siguió. Esto es exactamente lo que les pasa a las chicas buenas que no prestan atención a quién entregan su corazón. Se rompen. A mí me lo rompieron.
No puedo seguir con esto. No puedo fingir que estoy bien cuando el amor que debería construirme sólo me destroza. No puedo seguir entregándome a ti e invirtiendo en nosotros mientras, al otro lado de la mesa, tú no haces nada. Estas cosas no funcionan así.
Sólo quiero poder dormirme cuando cierre los ojos. Quiero que todo esto sea una pesadilla y que cuando despierte, despierte en un mundo en el que tú también me quieras. Despertaré en un mundo en el que no esté enamorada del hombre más egoísta de este mundo, despertaré en un mundo en el que se vean mis esfuerzos, en el que me aprecien y me pongan en primer lugar para variar. Pero sé que estoy bien despierta. Sé que tengo que dejar de soñar que cambiarás y que mi amor hará que quieras ser un hombre mejor. Tú eres quien eres. Ese barco zarpó hace mucho tiempo.
Después de unos días (tal vez incluso semanas) de silencio de radio y de que yo ignorara las llamadas y los mensajes de mi amiga, se presentó en mi puerta y casi la destroza a golpes. Cuando por fin la abrí, me hizo una sola pregunta: ¿Cuánto tiempo vas a seguir haciéndote esto?
Una simple pregunta y sé que había muchas otras preguntas ocultas en ella. ¿Hasta cuándo seguiré dando prioridad a los demás? ¿Cuánto tiempo seguiré enamorándome de gente que sé que no debería? ¿Hasta cuándo seguiré tratando a los demás mejor de lo que me trato a mí mismo? ¿Cuánto tiempo seguiré dándolo todo cuando sé que no voy a recibir nada a cambio? ¿Hasta cuándo dejaré que los demás sigan rompiéndome una y otra vez?
Dijo: "No puedes seguir vertiendo de una taza vacía. Cuida primero de ti mismo". Y por eso digo que ya es suficiente.
No puedo más. No puedo seguir haciendo esto. No puedo seguir dando mi vida y mis mejores días a gente que no lo aprecia.
Te di más de lo que merecías y ni siquiera eso pudo hacerte sentir agradecido. Ni siquiera eso pudo hacer que quisieras ser un hombre mejor. No haces cosas buenas, eres adicto al dolor y por fin estoy lista para tirar la toalla. Ha llegado el momento de darle la vuelta a la tortilla y ser egoísta para variar.
Ha llegado el momento de anteponerme a mí mismo. Di lo que quieras pero ahora sé que no es egoísmo, es una necesidad. Necesito sacar a la gente tóxica y a los parásitos de mi vida. Necesito dejar de hacer lo imposible por gente que no movería un dedo por mí. Necesito dejar de estar ahí para gente que nunca está ahí para mí. Es hora de que te deje para hacer frente a su propio lío y salvarme a mí mismo.
Alguien hará por mí tanto como yo hice por ti. Alguien me amará tan incondicionalmente y sin esfuerzo como yo te amé a ti. Alguien apreciará todo lo que hago por él. Es hora de admitir que alguien no eres tú y que sólo he estado perdiendo el tiempo contigo.
A partir de ahora, he terminado de perseguir el amor. Estoy decidida a amarme a mí misma cuando es obvio que tú no estás dispuesta a hacerlo. Es hora de admitir que no estás preparado para cogerme de la mano, es hora de meterme las manos en los bolsillos y seguir caminando sola. Es hora de ponerme en primer lugar y dejar de sentirme culpable por hacer lo que es mejor para mí. Y lo mejor que puedo hacer ahora es alejarme de ti.