Dicen que las personas sabias conocen el secreto de una vida feliz: son capaces de controlar sus emociones.
No siempre siguen ciegamente los deseos de su corazón, ni le hacen caso cuando saben que está equivocado.
Según esto, eres cualquier cosa menos sabio.
De hecho, eres el mayor tonto del mundo porque nunca has conseguido dominar el arte de ir en contra de tus sentimientos.
De hecho, desde que tienes uso de razón, piensas que el amor es lo más importante del mundo.
La consideras una fuerza todopoderosa que siempre está por encima de todo, incluso de tu razón.
Para ti, el orgullo y el ego no existen cuando se trata del amor verdadero.
Una vez que empiezas a preocuparte por alguien, te lanzas de lleno, sin considerar las posibles consecuencias de tus actos y sin preguntarte si estás haciendo lo correcto.
Cuando pones en una balanza el cerebro y el corazón, este último siempre gana, sin competencia.
Eso es algo que simplemente no puedes cambiar de ti mismo, por mucho que lo intentes.
Y Dios sabe que has dado lo mejor de ti.
Tus emociones te han llevado directamente al infierno más de una vez y, básicamente, no te han traído nada bueno.
Así que, en primer lugar, te esforzaste en reprimirlos.
Intentaste ponerte en guardia, mantener a todo el mundo a una distancia prudencial y acallar todos tus sentimientos.
En realidad, estabas convencido de que la única manera de protege tu corazón de volver a romperse era fingir que no la tienes.
Cuando eso no funcionó, procediste a aceptar tus sentimientos, racionalizarlos e intentar tener la fuerza para superarlos.
Sin embargo, nunca lo has conseguido.
Sí, interpretas el papel de esa chica dura a la que no se puede conmover, pero la verdad es muy distinta.
Nunca has conseguido alejarte emocionalmente de alguien a quien quieres, aunque fuera algo que deberías haber hecho.
Nunca has conseguido dar a tu cerebro la oportunidad de tomar el volante de tu vida.
Sin embargo, no estoy aquí para decirte que es algo que debes hacer para ser feliz.
No estoy aquí para forzarte a hacer ningún movimiento para el que claramente no estás preparado.
De hecho, estoy aquí para decirte que te entiendo.
Entiendo perfectamente que no puedas trabajar contra ti mismo, por mucho que quieras.
Sí, eres un mujer fuerte que puede vencer cualquier obstáculo que aparezca en su camino.
Sin embargo, cuando intentas luchar con tu propio corazón, de alguna manera siempre acabas perdiendo.
Así que no, no te fuerces a dejar de preocuparte porque eso es imposible y tus esfuerzos serán en vano.
Trabaja para echar de tu corazón a ese hombre que no te merece, pero no esperes que se borre de él de la noche a la mañana.
Verás, es imposible que dejes de quererle en el momento en que te lo ordenes.
No te olvidarás de él en el momento en que decidas cerrar este capítulo de tu vida.
Sin embargo, esto no significa que deba aceptar su destino.
Esto no significa que debas empezar a pensar que mereces este tipo de trato y que debes pasar el resto de tu vida conformándote con menos sólo porque tienes miedo de hacer algunos cambios.
En lugar de eso, dite a ti mismo que tienes derecho a algo mucho mejor.
Sé realista sobre la situación en la que te encuentras y afronta la verdad: que actualmente estás demasiado débil para deja de preocuparte sobre este hombre, sino que así no es como quieres que sea tu vida en el futuro.
Sé lo suficientemente honesto como para admitir que no te trata bien, que no te da lo que necesitas y, en definitiva, que no te quiere como debería y como tú le quieres.
Deja de engañarte pensando que esto es lo más lejos que puedes llegar y que él es el mejor hombre que jamás pondrá sus ojos en ti.
Deja de aceptar esta relación tóxica como una solución permanente y considérala como algo temporal, que durará hasta que te hagas un poco más fuerte.
Y lo más importante: deja de desvalorizarte pensando que no puedes hacerlo mejor.
Porque puedes, y lo mejor llegará cuando menos te lo esperes.