Realmente solía creer que el momento podía ser inoportuno cuando se trata del amor. Que a veces conoces a personas perfectas en el momento equivocado.
Están pasando por algo en este momento. Se están recuperando de una mala ruptura.
Tienen que mudarse por alguna razón u otra cosa, pero en general, tienen una razón realmente válida para no estar en una relación en este momento.
Y aunque para algunas personas esto puede ser cierto, no es tu caso. Nunca me diste una razón válida para nada, sólo pusiste excusas.
Mejor dicho, siempre usaste el tiempo para justificar todo.
Querías que fuera el momento perfecto para poder comprometerte y llevar nuestra relación al siguiente nivel. Y el momento nunca era perfecto: siempre tenías excusas poco convincentes.
O estabas demasiado ocupado, concentrado en tu carrera, con problemas en casa, etc.
Me querías cerca, pero no demasiado. Aprovechaste el tiempo para tomarme el pelo.
Siempre hacías promesas que nunca cumplías. Y yo estaba demasiado enamorada para ver que sólo me estabas utilizando y haciéndome perder el tiempo.
Pensaba que sabías lo afortunada que eras por tener a alguien que te entiende. Alguien que estaba dispuesto a apoyarte, a estar a tu lado cuando la vida era dura, a escucharte y a hacer todo lo posible por hacerte feliz.
Me equivoqué, no te sentías afortunado. Te sentías merecedora, merecedora de mi comprensión, de todos los sacrificios que he hecho por ti, porque dabas por sentado mi amor y todo lo que he hecho por ti.
Te comportaste como si fuera natural que yo pusiera mi vida en espera hasta que tú construyeras la tuya.
Te comportabas como si fuera natural que esperara a que el momento fuera perfecto, perfecto para ti, no para mí. Mi momento perfecto no era algo que te preocupara.
Dios mío, estabas tan ensimismado. Ojalá lo hubiera visto antes. Me habría ahorrado todos esos años perdidos.
Pero, sabes que no me arrepentiré. No lloraré por los años que perdí. Estaré agradecido por las lecciones aprendidas. Porque eso es todo lo que fuiste: la lección más dura de mi vida.
Me enseñaste que no existe tal cosa como el momento perfecto. La vida no es perfecta.
Siempre habrá algo en el camino si así lo quieres. El tiempo no es más que una excusa para que gente como tú lleve la contraria a ingenuos como yo.
Me enseñaste que cuando das tu comprensión, amor y apoyo a alguien, debes esperar lo mismo a cambio.
No deberías conformarte con alguien a quien no le importas lo suficiente. No deberías estar con alguien que tiene miedo de comprometerse después de todo lo que has pasado.
Me enseñaste que cuando la persona está equivocada, el momento siempre será equivocado. Y lo creas o no, estoy agradecido por ello.
Estoy agradecido por todas las lecciones. Estoy agradecido por todas las lágrimas porque ahora sé cómo debe ser cuando la persona tiene razón.
Cuando la persona es la adecuada, el momento siempre será el adecuado. Puede que el momento nunca sea perfecto, pero la persona adecuada sabrá cómo encajarnos en su vida sin importar el momento.
La persona adecuada no pondrá excusas. La persona adecuada será modesta con sus palabras pero rica en sus acciones.
La persona adecuada no se interpondrá en tu camino hacia el éxito ni hará que la elijas por encima de todo. La persona adecuada te animará: a esforzarte más, a hacerlo mejor, a soñar más grande.
Verán lo increíbles que sois tú y tus sueños y te darán más ganas de luchar que nunca.
La persona adecuada es la que esperas, no la que te hace esperar.
Ahora sé que nunca fue por el momento.
El momento era oportuno pero te equivocaste conmigo.