"Le perdoné por mi propia paz, no para tranquilizar su conciencia".
Esas fueron tus palabras exactas cuando me dijiste que le habías perdonado, y sabes qué, puede que tú lo hayas hecho, pero yo nunca, JAMÁS lo haré, por muy tonto que parezca.
Nunca le perdonaré todas esas lágrimas que lloraste y todas esas noches en vela que te causó. De hecho, no perdone ni una sola lágrima, por no hablar de los ríos que derramaste por su culpa.
Debería haber sabido que no debía hacerte sentir tan vulnerable e indigna.
Recuerdo lo feliz que eras cuando le conociste, pero recuerdo aún mejor cómo esa felicidad se evaporaba con cada día que estabas con él.
No le perdonaré que destruyera a la niña que llevas dentro, que hiciera crecer a esa niña pura de una forma tan cruel que olvidaras que alguna vez había estado ahí.
Mi querido amigo, te miro ahora y te admiro por tu fuerza para perdonarle. Te admiro porque estás haciendo algo que yo no puedo ni imaginarme.
Cada pedazo de mí grita de dolor cuando recuerdo aquella noche en la que viniste a mí, desesperada por otra angustia que te estaba haciendo pasar.
Eras tan frágil, tan gentil. Ojalá hubiera podido detener tu dolor, pero no pude.
Sigo tan furiosa, tan enfadada con él, y lo único que veo cuando me lo encuentro es a ti llorando en el suelo de mi cuarto de baño en mitad de la noche.
No merecías ese tipo de trato, nadie lo merece.
NO le perdono que te haya convertido en esta persona silenciosa que tiene miedo de expresar su opinión, y que ahora se siente tan incómoda consigo misma.
No sólo te rompió el corazón, lo destrozó de una forma que siempre dejará huella.
Te recuerdo antes que a él.
Recuerdo a la chica alegre que amaba la vida, creía en sí misma y no dejaba que nadie le dijera lo que tenía que hacer.
Porque lo recuerdo, nunca le perdonaré que creara la inseguro chica que elegía sus palabras con cuidado para que no le sonaran mal.
Nunca te apreció como debería haberlo hecho. Estar cerca de él te convirtió en esa persona insegura que sólo veía sus defectos y nunca sus virtudes. Bueno, en realidad, los defectos que él te decía que tenías.
Nunca le perdonaré por hacerte creer que no merecen algo mejor entonces, y grabar esa opinión tan profundamente en tu mente que aún no lo haces.
La única verdad es que ÉL NO TE DESEABA. Ni a ninguna otra chica sincera y de buen corazón.
Siempre supe que eras demasiado buena para él, y él también lo sabía. Hasta el día de hoy estoy segura de que te hizo todas esas cosas sólo para que te sintieras tan desgraciada como él.
Es inseguro, tiene una baja opinión de sí mismo y quería que tú sintieras lo mismo y hundirte con él.
Quizá pensó que así se sentiría mejor, y puede que incluso lo hiciera, pero nunca se lo perdonaré. No debería haberte utilizado para aumentar su ego.
Se suponía que era tu lugar seguro, alguien hacia quien corrías, no alguien de quien huías.
Te vi hacerte más y más pequeño cada día, durante años.
Me odio por no haber sido capaz de sacarte de ese doloroso ciclo de destrucción, y no puedo perdonarle que te hiciera creer que no necesitabas ni merecías ayuda.
No era una buena persona, y sigue sin serlo. Sé que tú lo eres -demasiado buena en realidad- y por eso le has perdonado. Yo no puedo. Ni ahora, ni nunca. Tal vez eso me hace una mala persona, pero estoy bien con eso.
La gente dice que perdonamos porque lo necesitamos, para seguir adelante. Puede que sea cierto, pero yo también conozco mi verdad. Y la tuya. La verdad que duele tanto, el dolor tan agudo, que es imperdonable.
Te agradezco que hayas sido capaz de perdonar, ese fue tu camino curativo hacia la recuperación.
Aun así, siempre estaré aquí para asegurarme de que nunca dejes que nadie te doblegue.